La Razón - Aquí y Ahora - 23 de septiembre de 2018
Ojalá se comience a recorrer el velo que cubre la muerte de este luchador revolucionario.
Sucedió en La Paz, al amanecer del 9 de septiembre de 1969 en un domicilio de la calle Santa Cruz, entre la Illampu y Max Paredes. Guido Peredo Leigue, conocido como Inti, fue sorprendido sin protección ni escapatoria posible. Resistió la carga de cientos de policías hasta el último cartucho, y después, según los informes oficiales, arrojó una granada cuya onda expansiva lo golpeó de muerte contra una de las paredes del estrecho recinto que ocupaba, una auténtica ratonera. Algunos vecinos declararon haber visto sacar a un hombre herido, y cuando horas más tarde su cuerpo fue llevado a Achocalla para confirmar su identificación, uno de los prisioneros que lo vio y llegó a palparlo lo sintió aún tibio, como si acabara de fallecer.
Cabe la posibilidad, entonces, de que Inti haya sido capturado con vida y luego asesinado. Al parecer, ya circulaba la tenebrosa orden desplegada al año siguiente contra la guerrilla de Teoponte: “Ni heridos ni prisioneros, todos muertos”. Ello no obstante regir un Gobierno formalmente democrático como el de Luis Adolfo Siles Salinas (el 26 de ese mismo mes fue derrocado por Alfredo Ovando Candía).