La Razón - Suplemento Animal Político
Al leer directamente los textos del Che escritos en los avatares cotidianos de la guerrilla, se consigue penetrar en el mundo del jefe guerrillero, el hombre que renunció a todo, incluida a su propia vida, en aras de un continente liberado y con justicia social.
Desde el primer día de su llegada a Ñancahuazú, hasta la víspera de su captura, no hay un solo día en el que el Che no haya dejado escritas de manera metódica sus impresiones, dificultades, sobresaltos, preocupaciones sobre la alimentación de su tropa, tragedias como la muerte de Rolando o de Tuma, y también alegrías como la de recordar los cumpleaños de sus seres queridos. Sus apuntes cotidianos no fueron escritos para ser publicados, para lanzar mensajes a la posteridad o para dar forma literaria a sus pensamientos más íntimos. Se trata de un diario sin segundos fines, como lo destaca Roberto Massari en el prólogo a la edición italiana de 1996, pero a la manera de Don Quijote, personaje entrañable para el Che desde su primera juventud. Es un diario de campaña, militar, operativo, logístico, que se emparenta con diarios célebres de campaña de tantos guerreros, exploradores y viajeros solitarios de la aventura humana.
Y, por cierto, es de enorme utilidad para recrear los hechos históricos, como lo señala Gunnar Mendoza en la introducción al Diario de un combatiente de la guerra de la Independencia (1815-1825)”. Mendoza fue el “descubridor” de José Santos Vargas y su monumental diario de las guerrillas de la independencia: “No es raro que los guerrilleros sirvan consciente o inconscientemente a este desiderátum de facilitar el conocimiento de su propia experiencia, mediante registros personales que a veces adoptan la forma de diarios. El caso más espectacular es el del diario que iba llevando el Che Guevara sobre su guerrilla en Bolivia”, escribió Mendoza.
Ernesto Guevara, como revolucionario y pensador, se dedicó a impulsar con lucidez y perseverancia aquellas ideas y prácticas que permitiesen desarrollar la lucha por la liberación nacional y social: “De ahí que su obra genuinamente marxista, vinculada con lo mejor del pensamiento y la praxis revolucionaria mundial, es sin duda uno de los patrimonios más importantes legado a las actuales generaciones, sumada a su herencia internacionalista, su ética y por consiguiente a su enorme compromiso social e histórico, como clave para la comprensión de su trascendencia y universalidad”.
La anterior es una afirmación que aparece en la fundamentación de la declaratoria, en 2013, del Diario del Che en Bolivia como Memoria del Mundo por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). La declaratoria abarca la “Vida y Obra de Ernesto Che Guevara: desde los manuscritos originales de la adolescencia y la juventud hasta el Diario de Campaña en Bolivia”. Es decir, el documento que tantos avatares tuvo, ahora es patrimonio de la humanidad y ya en 2009 el Ministerio de Culturas de Bolivia hizo una réplica facsimilar impresa, referencia ineludible para todas las futuras transcripciones, traducciones y ediciones.
Un documento excepcional. Buena parte de las pertenencias de Ernesto Guevara de la Serna, el Che, fue distribuida como botín de guerra entre sus captores. Sin embargo, Gary Prado cuenta que, reunido con el teniente coronel Andrés Selich, comandante del Batallón de Ingeniería, que fue llamado a colaborar por ser conocedor de la zona, y el mayor Miguel Ayoroa, comandante del pelotón de Boinas Verdes, confeccionó un detallado inventario de documentos y materiales incautados. De éstos, Prado, en su libro La guerrilla inmolada, destaca 10, entre ellos la carabina destrozada, una pistola, 12 rollos de películas sin revelar, una bolsa pequeña conteniendo dinero (pesos bolivianos y dólares), cuyo monto no señala y, encabezando la lista: “Dos libretas (agendas) conteniendo el diario del Che, correspondientes, una, a noviembre-diciembre/66 y otra, enero-octubre/67”.
En un primer momento, los militares creen que el Diario del Che tan solo está compuesto por la agenda alemana, vale decir, las anotaciones que van del 1 de enero al 7 de octubre de 1967. Pierden de vista el cuaderno anillado donde están anotados noviembre y diciembre de 1966, además de otros documentos en el reverso de aquel. Las dos partes del Diario llegan finalmente a custodia de Federico Arana Serrudo, jefe de Inteligencia del Ejército, después de haber pasado por varias manos. Primero por las de los oficiales que hicieron el inventario en La Higuera. El mismo 9 de octubre, cuando todavía el Che estaba con vida, el agente de la CIA, Félix Rodríguez, sin que nadie se lo impida, sacó fotografías con un minúsculo equipo especial que portaba, ayudado por un soldado cuyos dedos aparecen en algunas páginas (¡significa esto que Estados Unidos y la CIA tenían la primicia!). A continuación, el documento fue transportado por Joaquín Zenteno Anaya, comandante de la VIII División en su viaje de retorno en helicóptero de La Higuera a Vallegrande, luego de haber transmitido la orden de ejecución de los prisioneros. No se sabe si esperó que la orden se cumpliera antes de partir, pero cuando llegó a la capital provincial coincidió en el aeródromo con el comandante en jefe, general Alfredo Ovando Candia, a quien le hizo entrega del documento. A los pocos días pasó a manos del jefe de Inteligencia, quien dice haberlo guardado en una modesta caja de zapatos al interior de la caja fuerte de su despacho.