TERCERA PARTE.
La emboscada a la retaguardia guerrillera del día 31 de agosto de 1967 se produjo en el vado de Puerto Mauricio, en el Río Grande, pero los informes militares dieron el lugar como en el Vado del Yeso, del río Masicurí. El cambio de la información sobre el lugar se debió a las profundas contradicciones y rivalidades entre los comandantes de las divisiones VIII y IV, pues según la recompensa ofrecida, cada guerrillero estaba valorado en varios miles de pesos, dinero que reclamaban los miembros de las dos divisiones. La VIII llevó a cabo las operaciones en la jurisdicción de la IV.
El boliviano José Castillo Chávez (Paco) único sobreviviente de la emboscada relató: “Braulio (Israel Reyes Zayas) era la fuerza, el espíritu, pues era un guía excelente que se deslizaba con tal facilidad en el monte, que parecía conocer todas las regiones, aunque fuera la primera vez que estuviera allí. Movilizaba de tal forma que siempre hemos estado en lugares seguros. Él se subía a una montaña, observaba el horizonte y después sabía por dónde ir, siempre sabía ubicarse cerca de donde había un arroyuelo. Además de su fortaleza, del trabajo de machetero que hacía por días enteros, después cumplía como cualquier otro sus obligaciones. Si tenía que cocinar, cocinaba, si le tocaba esa noche guardia, la hacía también.
“Era un hombre de una fortaleza que no es común en las gentes, él nunca ha bajado su moral. Su gran preocupación y deseo era encontrarse con el Che. Yo dormía debajo de su hamaca, esto sirvió para que surgiera la amistad, me contaba aspectos de su familia, de su tierra, de cómo se había incorporado a la Sierra Maestra, pero sin entrar en detalles. Yo también le contaba sobre mi vida. Me dijo que se había incorporado a la Sierra sin saber nada, analfabeto, que allí aprendió las primeras letras.
“Joaquín (Juan Vitalio Acuña Núñez) se retrasaba mucho, porque en los últimos meses sufrió demasiado, por motivo de los pies, porque los únicos zapatos que él tenía se le terminaron y no pudo conseguir otros, porque sus pies eran muy grandes. Le hicieron unas abarcas y esas también se terminaron, andaba descalzo, caminaba y caminaba kilómetros así y eso era lo que influía para caminar despacio.
“Negro (Restituto José Cabrera Flores) se preocupaba por la salud de Joaquín, de Alejandro (Gustavo Machín Hoed de Beche) y Tania, le cuidaba las heridas y llagas que las niguas le habían ocasionado. Negro y Tania se llevaban muy bien y conversaban mucho. Tania lo elogiaba como una persona muy amable…
“Negro conversaba mucho con Alejandro, de muchos temas, los dos eran personas muy preparadas, inteligentes y cultas, Alejandro le hablaba de historia, de su familia, sus acciones revolucionarias. Negro hablaba de su familia, especialmente de su padre, que fue policía y por nada lo asesinan en Perú por luchar contra el contrabando y la delincuencia, tuvo que emigrar a la Argentina…
“Un día estábamos en una quebrada y Tania llegó para informarle al Negro una noticia sobre Cuba, donde estaba lloviendo mucho, torrencialmente, y había inundaciones. Negro se preocupó mucho, dijo que seguramente era un huracán, todos se inquietaron, pero Joaquín dijo que no era tiempo de huracanes.
“Para mí, la preocupación de los cubanos me parecía normal, tenían a sus familiares, amigos y parientes allá, pero en Negro que era peruano, me parecía extraño y le pregunté por qué. Me dijo que Cuba era también su patria y además que tenía a su esposa y su hijita allá. Yo no sabía eso...
“Le pidió a Tania que monitoreara esas noticias y le informara todos los detalles. Todos estaban intranquilos, ansiosos por saber, hasta yo, que no me importaba mucho, es como si hubiera inundaciones en el Beni o Tarija o en cualquier otro lado. Lo lamentaba, pero de diferente forma si estuviera lloviendo en Oruro, donde yo nací y vivía mi familia.
“La fortaleza física del Negro era enorme, nunca se cansaba, se parecía un poco a Braulio, estaba entre los mejores caminadores. Ayudaba a sus compañeros, buen carácter, nunca se enojaba, muy bondadoso. Yo pienso que era uno de los mejores guerrilleros, trataba bien a todos, todos lo respectaban mucho. Un día dijo que su formación comunista la había adquirido en Argentina y su desarrollo político con los compañeros de un hospital de Santiago de Cuba, donde trabajó. Era cardiólogo. Nunca escuché comentarios adversos contra él.
“Al otro día de la emboscada en el Río Grande encontraron el cadáver de Polo, (Apolinar Aquino Quispe), lo vi como hinchado. Polo era un campesino del departamento de La Paz, nunca proponía nada, cumplía sus obligaciones, nunca había reído, siempre callado y lo vi allí muerto…
“Al día siguiente, Honorato Rojas preparó comida para los militares, ayudó a trasladar los cadáveres hasta Lajas, regresó a su choza y se comprometió que, si el grupo del Che pasaba, volvería a repetir su traición.
“Después de la emboscada llegaron varios campesinos con mulas y procedieron a cargar los cadáveres en ellas. Los campesinos estaban cabizbajos, silenciosos y así comenzamos a caminar rumbo al caserío de Masicurí.
“Al anochecer llegamos a Lajas, un lugar donde el ejército tenía una especie de cuartel. Descansaron dos horas y reanudaron la marcha en la misma forma. La luna salió y facilitó el camino, más adelante el monte ardía, eran los campesinos chaqueando. Llegamos al camino a las tres de la madrugada. Allí dos camiones esperando y salimos rumbo a Vallegrande”.
Testimonios recogidos entre los pobladores de Vallegrande en 1984, informaron que cuando trajeron los cadáveres de los guerrilleros los tiraron en una cañada, al fondo del Regimiento Militar Pando, en una profunda depresión que el agua había cavado a través del tiempo y relataron que unas señoras que venía de ordeñar sus vacas comentaban horrorizadas como los perros y otros animales, hacían un festín, lo que obligó al ejército a cubrirlos de tierra. Conocedores de la zona nos condujeron hasta el lugar, donde habían crecido algunos árboles, tal como relatamos en nuestro libro “De Ñacahuasú a La Higuera”. Los compañeros cubanos Osvaldo Pollo y Antonio Sánchez, confeccionaron mapas y croquis de las mencionados sitios.
Al General Mario Vargas Salinas, quien en 1967 con el grado de Capitán comandó las tropas que llevó a cabo la emboscada, lo entrevistamos varias veces. El 24 de marzo de 1984, acompañados del embajador cubano en Bolivia, Ángel Brugués, lo visitamos en su casa, ocasión en que reiteró la información que nos había proporcionado en otras ocasiones de que el Comandante Ernesto Che Guevara y los demás guerrilleros estaban enterrados en Vallegrande en una zanja que un tractor cavó cerca de la pista del aeropuerto. También ya había relatado detalles de la emboscada a la Retaguardia y nos entregó documentos, fotos y grabaciones de los interrogatorios al sobreviviente de la emboscada, así como consideraciones personales de esos acontecimientos.
En mayo de 1987, Vargas Salinas publicó su libro de memorias: “El Che. Mito y Realidad”, donde reveló públicamente que el Comandante Ernesto Che Guevara y los demás guerrilleros estaban enterrados en Vallegrande, dando origen a diversas reacciones en las esferas políticas y militares de Bolivia. Fue la primera vez que un alto oficial de las Fuerzas Armadas formulara en un libro tal afirmación, lo que corroboraba las proporcionadas en 1984 por diferentes testigos de Vallegrande.
El 7 de junio de 1999, los especialistas cubanos encontraron en el fondo del Regimiento Militar Pando en Vallegrande, los restos de los cubanos Juan Vitalio Acuña (Joaquín), Israel Reyes Zayas (Braulio), Gustavo Machín Hoed de Beche (Alejandro), los de los bolivianos Walter Arancibia Ayala (Walter), Moisés Guevara Rodríguez (Moisés), Apolinar Aquino Quispe (Polo), y Freddy Maymura Hurtado (Ernesto), y sus osarios trasladados a Cuba donde el 8 de octubre de 1999 fueron colocados en los nichos correspondientes en el Complejo Escultórico “Ernesto Che Guevara” de la ciudad de Santa Clara.
El hallazgo fue un gran éxito científico de los especialistas .cubanos bajo la coordinación del doctor Jorge González y del personal que desde La Habana dirigió el operativo de búsqueda, así como el apoyo de los familiares de los guerrilleros bolivianos, científicos de otros países y pobladores de Vallegrande, quienes realizaron una proeza humana para orgullo de la ciencia, del pueblo cubano y los revolucionarios de todo el mundo.
Todos ellos desbarataron un macabro plan de la CIA y sus agentes que sistemáticamente desinformaron y obstaculizaron los trabajos, con la intención de hacerlos fracasar, para luego, ellos, que conocían bien todo lo que había acontecido en Vallegrande y donde estaban enterrados, presentarse como los vencedores.
Con relación al médico peruano Restituto José Cabrera Flores (Negro), se conoce que la corriente lo llevó hasta el río Palmarito, afluente del Río Grande, que salió para buscar alimentos e intentar encontrar ayuda, pero chocó con una compañía militar, que lo capturó herido y luego lo mataron.
En los bolsillos del pantalón encontraron dos cargadores con algunos proyectiles, un encendedor, un corta uñas, cuatro limones y algunas frutas. El 4 de septiembre las emisoras radiales dieron la información que el cadáver fue trasladado a Camiri. Participaron en la identificación el argentino Ciro Roberto Bustos y el boliviano Eusebio Tapia Aruni.
Eusebio narró que en Camiri conoció que el Negro salió del río, caminó algunos kilómetros y en una emboscada lo hicieron prisionero y lo asesinaron, que a él (Eusebio), lo sacaron de la prisión y lo llevaron a Choreti para identificarlo, tenía un tiro en la cabeza, que todo fue muy triste.
El 2 de marzo del 2000, el equipo multidisciplinario cubano encontró sus restos en las cercanías del cuartel de Choreti, en la ciudad de Camiri, fue trasladado a Cuba y el 8 de octubre del 2000 depositado en el Complejo Escultórico “Ernesto Che Guevara” de la ciudad de Santa Clara.
Todavía no se ha comprobado el día de la muerte de Tania. Durante la emboscada no apareció su cadáver, que fue encontrado varios días después, alejado del lugar.
Al parecer la corriente se la llevó. Algunos campesinos manifestaron que su cuerpo apareció fuera del río y la cabeza dentro, lo que hace suponer que logró salir, luego se arrastró hasta la orilla para tomar agua y tal vez, en ese momento murió, quizás herida, muy débil, lo que indica que sobrevivió algunos días. Como fue llevada posteriormente a Vallegrande los pobladores pidieron que no debían hacer lo mismo con ella. Algunas mujeres hablaron con las monjas y éstas le pidieron al Coronel Andrés Sélich, comandante del regimiento militar, que no le dieran ese mismo trato al cadáver de la mujer.
Según esas fuentes, el Coronel respondió que no había presupuesto para el ataúd, ni para sábanas, velas, ni para nada. Ante eso los vecinos, especialmente las mujeres, se organizaron para hacer una colecta y darle cristiana sepultura, lo que creó un estado político desfavorable para el ejército, que finalmente decidió buscar el cajón y enterrarla con honores militares, para tratar de obtener de esa forma el apoyo popular.
En Vallegrande siempre se dijo que fue enterrada en el cementerio municipal, donde algunos pobladores llevaban flores o encendían velas a una tumba sin nombre. Al encontrarse sus restos a 200-300 metros del cementerio, comenzaron a conocerse nuevos detalles, entre ellos, que el ataúd fue llevado vacío, sostienen unos, o que el cadáver fue suplantado por el de un militar, a quien le hicieron los honores militares y el sacerdote Mario Laredo le ofició la misa, burlándose todos de los sensibles y religiosos pobladores de Vallegrande.
El equipo de especialistas cubano obtuvo informaciones de que Tania estaba enterrada en las proximidades de una cerca de árboles colocada en el fondo del Rotary Club, y colindante con el perímetro de la jefatura del Regimiento Militar Pando, perteneciente en 1967 a la VIII División.
Ante esas informaciones el equipo cubano decidió realizar nuevos estudios geofísicos en la zona pegada a la cerca de árboles y a las diez de la mañana del 19 de septiembre, comenzaron a encontrar los primeros vestigios de los restos de Tania, entre ellos unas botas de goma de tamaño pequeño, así como las anillas y el cristal del ataúd, ropa interior, algunas fibras de pantalón femenino y un cráneo perteneciente a una persona de tipo europeo. Las diversas pruebas periciales confirmaron que los restos correspondían a Tania.
El argentino Fabián Restivo, cineasta y fotógrafo que cubrió con sus cámaras, la búsqueda y hallazgos de los restos de los guerrilleros y realizó el documental “Adiós Comandante Che”, relató:
“Había muchas pistas, incluso que estaba en una tumba sin nombre en el cementerio de Vallegrande, lo cual no era cierto, pero parece que había podido estar algún tiempo ahí el cajón con los restos.
“La tumba, había quedado debajo del basural municipal de Vallegrande. Quiero destacar que el rescate mereció trabajo, heroísmo, claridad, y constancia, las mismas aptitudes que tuvo la Guerrillera, para ser parte de la historia.
“Excavaron y los restos estaban ahí. Había mucha gente que se indignó y alguien dijo: “Hay gentes que nos honrar con su desprecio, con su odio, con sus miserias”. No sé si el momento era de festejar el hallazgo o sentir el peso de la historia.
“Tania fue una mujer que ha tenido una enorme preparación, de mucho tiempo de trabajo, de inteligencia, contrainteligencia, comunicación, fotografía, infiltración, un trabajo titánico que infelizmente se pierde muy temprano”.
El vallegrandino Abraham Lino Coronado relató: “En la época de las guerrillas, un tío mío, dueño de la funeraria Coronado, donó el féretro para poder enterrar a Tania. Un grupo de madres, de mujeres de Vallegrande, solicitaron al coronel Andrés Sélich poder darle una cristiana sepultura. La enterraron en el cementerio, pero después apareció el féretro vacío, se dice que la sacaron y la botaron ahí donde la encontraron en Rotary Club”.
La boliviana Francy Osorio relató que el Vado de Puerto Mauricio, también se conoce como el Vado de la Traición o el Vado de Tania y los pobladores cuentan como emerge de sus aguas una mujer con trenzas largas, muy bonita, húmeda, brillosa por la humedad del agua, que en muchas ocasiones trae una cesta de flores o de frutas o una cesta de huevo, que sale del río, penetra hasta el mercado de la población y acompaña todavía a los pobladores, que su muerte trascendió el plano político para llegar a un marco místico de referencias, y a partir de ella van naciendo muchas creencias y se convierte en algo así, como una religión, como una fe hacia Tania y el resto de La Higuera.
Por su parte Carlos Carrasco, residente en Vallegrande, explicó que en el lugar donde enterraron a Tania creció un árbol de Yana Yana y sus raíces protegieron el ataúd y los huesos, especialmente el cráneo. El nombre del árbol significa negro en quechua, es una planta espinosa, que alcanza unos tres metros de altura, su fruto es comestible y los pobladores lo utilizan para proteger sus campos de cultivo y ahora lo reconocen como un árbol al que hay que venerar y le dieron al hecho un sentido místico.
Donde fueron encontrados los restos de Tania y los guerrilleros de la Retaguardia, la Brigada Médica Cubana construyó un sitial histórico, sembraron árboles, flores y colocando tarjas, con los nombres de cada uno de ellos y se protegió el lugar, que es visitado por muchas personas para rendirles homenajes y reafirmar que sus sueños y luchas contribuyeron a una nueva Bolivia. Que marcha segura al porvenir.