Humberto Vázquez Viaña ha muerto de un tumor el 1 de mayo, a las diez de la noche. A su lado estaba su compañera Lola.
Perdemos a uno de los últimos testigos partícipes de la guerrilla del Che en Bolivia y a un raro ejemplo de intelectual capaz de decir la verdad, toda la verdad, sin preocuparse de los enemigos que eso hubiera podido crearle (y que efectivamente le creó por muchos años). Perdemos a un hombre bueno, desinteresado, honesto, pero tenaz, batallador, polémico. Perdemos un raro ejemplo de devoción a la causa revolucionaria despreocupado por las ventajas que le hubiera podido garantizar la sociedad del espectáculo ya sea en Europa como en Latinoamérica. Perdemos un ejemplo de vida intelectual en el cual deberían inspirarse las nuevas generaciones de historiadores y estudiosos de los movimientos revolucionarios.
Humberto Vázquez Viaña (nacido en 1937 en La Paz, pero residente en Santa Cruz de la Sierra) era hijo del célebre historiador boliviano Humberto Vázquez Machicado. Había estudiado en Alemania, Rumania y Francia; era investigador del Instituto latinoamericano de Estocolmo, donde había vivido por algunos años; se había diplomado en Ciencias políticas (1971) y Sociología (1972) en la Universidad de París VIII. Se encontraba en Bucarest, en 1966, cuando su hermano Jorge («El Loro», «Bigotes», el célebre guerrillero que luego morirá) se puso en contacto con él para organizar la guerrilla del Che en Bolivia, junto a Roberto «Coco» Peredo, Rodolfo Saldaña y Julio Méndez.
Humberto formó parte de la red urbana, junto a Tania, Loyola Guzmán y pocos otros. En diciembre de 1966 fue Humberto quien buscó a Mario Monje en la frontera argentina para conducirlo al encuentro con el Che en Ñancahuazú. El 1 de enero de 1967 el Che anotó en su Diario que Humberto debía permanecer en la Paz, para trabajar en la red urbana, junto a Loyola, Tania y Rodolfo. Y fue Humberto quien le hizo llegar a Fidel el mensaje cifrado Nº 2 de Guevara y difundió los dos comunicados del ELN.
Después de la muerte del Che, Humberto se refugió en México y luego en Cuba, donde recibió adiestramiento guerrillero y donde permaneció hasta diciembre de 1969. Después de la muerte de Inti Peredo, sin embargo, Humberto entendió que no había ninguna posibilidad más de construir una guerrilla en Bolivia. Salió entonces del ELN, encaminado ya hacia el trágico fracaso de la guerrilla de Teoponte y escribió Bolivia. Ensayo de Revolución continental (publicado en París en 1971). En aquel período inició una reflexión profonda y muy documentada sobre las vicisitudes de la guerrilla boliviana, que hizo de él una personalidad teórica heterodoxa, incómoda, sincera hasta el punto de provocarle muchas enemistades. Pero Humberto creía que sólo la verdad es revolucionaria e a ella ha dedicado el resto de su vida. Con él hemos perdido a uno de los últimos sobrevivientes de la guerrilla del Che, pero también al principal estudioso de aquella gesta. Es un pedazo de historia lo que se va con él…
Para entender el compromiso profundo de Humberto basta leer los títulos de sus últimos trabajos: Una guerrilla para el Che (2000, traducido al italiano por Antonella Marazzi y publicado por Massari editore en 2003); Dogmas y herejías de la guerrilla del Che (2011); “Mi campaña con el Che” atribuido a Inti Peredo es una falsificación (2012, pero sobre la base de un primer texto de 1970); Cambas, Collas y Chiriguanos en la guerrilla del Che (2012); Del Churo a Teoponte. El traumático nacimiento del nuevo ELN (2012). Y quien lo ha conocido de cerca sabe que estos trabajos han sido llevados a cabo cuando Humberto estaba casi completamente ciego, gracias a la colaboración de su valiente compañera Lola, pero gracias también al sostén médico-instrumental que le brindaba el gobierno sueco, el país donde había encontrado asilo político.
Humberto ha sido miembro fundador de la Fundación Guevara y uno de los más apasionados colaboradores de los Cuadernos de la Fundación (era miembro activo de la Redacción internacional). Participó en tres encuentros anuales de la Fundación en Italia, país en el cual se estaba construyendo una nueva patria de amigos entrañables, luego de Bolivia y Suecia. Pero el compromiso de Humberto por la revolución, por el fin del capitalismo y por el inicio de una sociedad libre y libertaria se demostró definitivamente por su convencida adhesión a Utopía Roja, y por su asunción de una plena responsabilidad como miembro de la Redacción internacional de Red Utopía Roja como representante de Bolivia.
Personalmente he perdido a un gran amigo. Una amistad comenzada en los varios encuentros en Santa Cruz, en Vallegrande y en La Higuera, que prosiguió durante los años de la común batalla por restablecer la verdad -la verdadera, independiente de cualquier compromiso diplomático- sobre las vicisitudes del Che en Bolivia y otros acaecimientos latinoamericanos. En Italia tuve el honor y el placer de acompañarlo en varias conferencias, de Sur a Norte, y en todas partes Humberto ha dejado huellas que no podrán ser borradas tan fácilmente. Inolvidable fue el encuentro en Montagnana con Gino Doné [el italiano del Granma].
Humberto ha muerto, pero sus libros viven y vivirán mientras los hombres y las mujeres que quieren cambiar el mundo sientan la necesidad de encontrar una explicación racional y exhaustiva a las tantas derrotas del pasado, entre las cuales una fundamental ha sido la del Che en Bolivia.
Humberto querido
Hasta siempre…
(2 de mayo de 2013)