head sitio che 700

Visiones desde el Presente...

Juan Lechín Oquendo: Los Objetivos de la Guerrilla tienen ahora mayor vigencia que antes

Lechín, junto a Paz Estenssoro, Siles Zuazo y Guevara Arze, es uno de los cuatro prominentes líderes históricos de la revolución nacional de 1952. A su manera, con sus talentos y limitaciones, con sus vacilaciones y certezas, representó el ala más radical del proceso revolucionario, como expresión de los sectores obreros. Estuvo a la cabeza de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) desde su fundación en 1944 y de la Central Obrera Boliviana (COB), nacida al calor de la insurrección del 9 de abril de 1952. Fue Vicepresidente de la República de 1960 a 1964. Con el “sector de izquierda” del MNR, fundó el Partido Revolucionario de la Izquierda Nacional (PRIN), al romper con Paz Estenssoro en el final de su segundo mandato presidencial.

Lechín fue el “caudillo indiscutible” de la clase obrera boliviana por más de cuatro décadas, hasta que por decisión propia, dejó la conducción sindical en 1987. “...una personalidad tan seductora como entregada a la aventura histórica, tan combativa e insistente como no despojable de un hálito de insólita frivolidad”, dijo de él René Zavaleta, al analizar su rol mediador, como “instrumento de eficacia imprevista para la clase obrera en su necesidad de dialogar con la pequeña burguesía”. La más completa biografía de este gravitante personaje de la vida nacional, es de la periodista Lupe Cajías: “Historia de una leyenda: vida y palabra de Juan Lechín Oquendo, líder de los mineros bolivianos” (La Paz, 1988).

Como lo relata él mismo, a fines de marzo de 1967 se entrevistó en La Habana con Fidel Castro y, no obstante sus objeciones, más que ideológicas de mera intuición política, quedó comprometido a apoyar la lucha guerrillera. Concretamente en un cable del 13 de abril de ese año, cursado desde La Habana, que aparece mencionado en la anotación del 15 de abril de su Diario, le informan al Che: “Lechín en ésta; se le explicó estrategia guerrilla y tu dirección de la misma. Le entusiasmó esto. Apoyará con gente para la loma y hará declaraciones apoyando. Entrará clandestino dentro de 20 días, un mes al país. Te enviaremos próximamente formas contactos...Es conveniente entrevista personal cuando hayan posibilidades”... Esas posibilidades nunca se presentaron, la guerrilla permaneció todo el tiempo completamente aislada y Lechín fue detenido en Arica el 6 de mayo cuando se dirigía al Perú para ingresar clandestinamente a Bolivia.

En su mensaje a los trabajadores bolivianos con motivo del 1ro. de mayo, el perseguido dirigente de la COB había escrito: “La única alternativa es defender la democracia con el fusil al hombro de los trabajadores y desocupados. Los guerrilleros luchan por la liberación de la Patria del funesto yugo extranjero que se halla en el palacio de Gobierno y el Gran Cuartel de Miraflores”.

A continuación, la versión resumida de una larga conversación con Don Juan, en el trascurso de la cual le fueron planteadas las cinco preguntas del cuestionario.

1.Los acontecimientos guerrilleros los vi con mucha simpatía. Desde mayo de 1965 yo estaba desterrado. Regresé clandestinamente al país pero no se me dio garantías ni siquiera cuando las elecciones de 1966 en las que Barrientos se hizo elegir. El año 1967 volví a salir clandestinamente y estaba en Moscú en una actividad sindical cuando fui invitado a Cuba. Fue un vuelo de 13 horas en uno de esos aviones de máxima seguridad que, según comentaron, generalmente eran utilizados para transportar bombas nucleares a los países socialistas aliados. Llegué a La Habana y Fidel estaba en una de sus acostumbradas giras por el campo. Tuve que esperar dos o tres días, visitando algunos lugares y el balneario de Varadero. Cuando se produjo el encuentro, Fidel me invitó a su jeep y prosiguió visitando zonas rurales. Con esa memoria privilegiada que posee, preguntaba por personas conocidas, por la maestra del lugar o por la salud de alguien que en su anterior visita había estado enfermo. Recuerdo que en un sitio preguntó por un campesino al cual le había sugerido años atrás que plantara chirimoyas, el hombre se presentó con el sombrero en una mano y en la otra una enorme chirimoya que mostró a Fidel muy orgulloso. Ese diálogo directo con el pueblo, de orientación en las tareas de desarrollo, lo repitió con decenas de personas en diferentes lugares.

Hicimos un alto en un puesto militar tras agotadora jornada y fue ahí que Fidel, después de comer, propuso realizar una reunión informal en mi habitación. Estaba el presidente Dorticós, estaba “Barbarroja” (Manuel Piñeiro, entonces encargado de las relaciones con Latinoamérica, CSG) y Ariel, encargado de las cuestiones de Bolivia. Fue allí que Fidel recibió la información del primer choque producido en Ñancahuazú el 23 de marzo, también a mí me pasaron los cables con las noticias.

Como todos los políticos de la época, yo había leído el libro “La guerra de guerrillas” del Che y además conocía algo de las guerrillas que se estaban produciendo en América Latina, particularmente en Colombia y Venezuela, de modo que tenía una idea de lo que era un movimiento guerrillero. Por las informaciones que nos daban se mostraba que lo que había estallado en Bolivia era algo muy bien preparado y eso fue lo que comenté. Fue ahí que Fidel me dijo: “A ti te lo puedo decir, esa guerrilla está dirigida por el Che”. Y, como es lógico, yo me sorprendí, “caramba, por qué me lo dijiste” le manifesté. Y añadí más o menos lo siguiente: “puedes estar seguro que yo ya me he olvidado esta información que acabas de darme”. Y en efecto, nunca comenté con nadie este hecho.

Fidel me preguntó cómo veía el resultado de estas acciones. Yo le dije con franqueza, va a ser un fracaso. ¿Por qué?... Porque en Bolivia ha habido reforma agraria...los campesinos lo que están buscando es una ayuda directa del gobierno, ayuda que la guerrilla no puede darles. Las inquietudes y pedidos de los campesinos hoy en día son caminos, escuelas, créditos y cosas parecidas, pero están felices con la reforma agraria, de tal modo que dudo que se sumen a la guerrilla. “¿Y cuáles son los lugares explosivos...?” me dice Fidel. Y yo le digo las minas y la ciudad de La Paz. Fue entonces que se me planteó la posibilidad de un encuentro con el Che, en un lugar no definido porque, claro, no era nada fácil, siendo yo tan conocido en Bolivia. Fidel dijo que se vería la manera de arreglar esta entrevista, pero nunca hubo condiciones para ello, más aún porque se produjo una ruptura de las comunicaciones con la isla ya que los aparatos de radio de la guerrilla fueron incautados.

Poco tiempo después fui capturado en Arica cuando intentaba ingresar al país. Siempre que estuve desterrado yo veía la posibilidad de retornar. Entrar y salir de Bolivia ilegalmente no era mucho problema, yo lo hice en muchas ocasiones. Si esa vez hubiera logrado entrar, hubiera tratado de conectarme con el Che para hacerle saber mi criterio y los intentos de Fidel por restablecer la comunicación.

De todos modos, a pesar de mis discrepancias, vi a la guerrilla como una esperanza. Tanto en Chile como en Perú y también en Bolivia cuando logré volver, siempre que me preguntaron, expresé públicamente mi admiración sincera por ese grupo reducido de hombres que se enfrenta a un ejército cien veces más poderoso, en aras de sus ideales de liberación. Nunca creí que iba a dar resultado la lucha guerrillera a menos que estuviera inserta en la masa, como se podía deducir de las experiencias china y vietnamita, pero admiré al Che y a los combatientes que le acompañaron. Con mucha pena sentí el fracaso de los guerrilleros aquí y luego también en otros países.

2. Como ya lo dije anteriormente la lucha guerrillera no logró insertarse con la masa, particularmente con los mineros, y entre los campesinos difícilmente podía tener arraigo en esos momentos.

Pero además, sobre todo para que la guerrilla fuera derrotada tan rápidamente, a mi juicio, influyó la falta de infraestructura en las ciudades para el aprovisionamiento de alimentos y medicinas. Se veían obligados a salir a los pueblitos en busca de esos elementos, haciéndose muy vulnerables por las huellas que iban dejando. Si bien los guerrilleros tenían ventaja frente a las tropas regulares por su capacidad de desplazarse en el monte, al final, las evidencias que dejaban permitieron al ejército irlos detectando y cercando.

También, por la traición de algunos delatores, sus depósitos con reservas de esas provisiones cayeron en poder del ejército complicándoles más la situación. Hay que suponer lo que significaba para un asmático como el Che, la falta de sus medicamentos, es algo increíble...Y la traición, como es el caso del grupo de Joaquín donde había un grupo muy experimentado de guerrilleros cubanos que fue llevado a la emboscada de Masicurí.

Finalmente, hay que tomar en cuenta que la guerrilla se dividió y nunca se pudieron volver a contactar los dos grupos. Esto les perjudicó grandemente, se debilitaron y no tenían como formar columnas de vanguardia y retaguardia para protegerse, para proteger al núcleo central donde estaba el Che.

3. El principal efecto es que se levantó un gran sentimiento de admiración, no sólo de los jóvenes, sino también de los mayores, y hasta de los grupos contrarios al Che. No se puede des conocer que fue una acción heroica que, a pesar de su fracaso, dejó en la mente de muchos el reconocimiento de que la lucha armada es el único camino para liberar a un pueblo. Hasta ahora muchos grupos piensan así, sólo que no existen las condiciones objetivas y subjetivas para desarrollar por el momento ese tipo de lucha.

Se generó una gran corriente de simpatía con el Che y los guerrilleros, la misma que ha perdurado a través del tiempo y se expresa nuevamente con la llegada de Fidel el año pasado. Los sentimientos de simpatía por las luchas de liberación nacional perviven en la conciencia del pueblo.

4. Una de las cosas más admirables de la personalidad del Che es su renuncia al poder para incorporarse a la lucha de liberación. Muy pocos en el mundo son capaces de dejar el poder para lanzarse a la luchas como lo hizo el Che. Con lo poco que he leído desde luego, no conozco otro caso similar en la historia, de una persona que abandone el poder para empezar con las armas una lucha de liberación, arriesgando su propia vida. Antes de venir a Bolivia él estuvo también en el África donde acudió a combatir en apoyo de los movimientos de liberación, pese a los consejos que le dio su amigo Gamal Abdel Nasser cuando estuvo en Egipto. Nasser le había dicho que no vaya “pues los negros no confían en los blancos”.

Y los otros combatientes que lucharon con él, son igualmente admirables. Ellos sabían que se iban a enfrentar a fuerzas mucho más poderosas, con recursos superiores, con armamento moderno y sofisticado, pero no vacilaron en escoger ese camino de lucha.

5. Lo más rescatable y permanente para los tiempos actuales me parece que es el valor y los objetivos por los que lucharon los guerrilleros. Ahora más que antes esos objetivos están vigentes, porque ahora sí todo el pueblo conoce lo que es el imperialismo norteamericano. En aquella época todavía mucha agente aplaudía la “ayuda americana”. Hoy en día en todos los sectores se repudia el intervencionismo de los Estados Unidos, el pueblo sabe que el enemigo principal de nuestros países es el imperialismo norteamericano

 

Alfonso Ferrufino: Dimensión Ética de la figura del Che

Alfonso Ferrufino Balderrama, fue dirigente de la Federación Universitaria Local de la Universidad Mayor de San Simón y luego de la Confederación Universitaria Boliviana (CUB) cuando la presidía Jorge Ríos Dalenz (1968-1970), fundador y líder histórico del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), asesinado en 1973 por la dictadura de Pinochet en Chile.

Ferrufino integró por muchos años los equipos dirigentes de ese partido y luego los del Movimiento Bolivia Libre (MBL). Diputado por Cochabamba desde la reconquista de la democracia, al momento de responder este cuestionario, era el segundo vicepresidente de la cámara baja.

1. La noticia del brote guerrillero en el sudeste, no me causó una gran impresión; hacía poco tiempo que se había producido la "guerrilla" falangista y mucha gente, como yo, asoció ambas situaciones y no se sintió especialmente impactada y permaneció indiferente ante los acontecimientos.

No es sino después de algunos combates y de las informaciones acerca del apreciable número de militares muertos y prisioneros que el asunto concita mayor atención en algunos sectores; sin embargo, sólo cuando se multiplican las conjeturas acerca de la presencia del Che en Bolivia es que empezamos a intuir la verdadera dimensión de lo que estaba sucediendo.

Tengo la convicción de que los verdaderos efectos políticos de la guerrilla se dejan sentir después de la muerte del Che y, sobre todo, cuando se difunde su "diario de campaña".

2. Esencialmente atribuyo el fracaso a cuatro factores:

Primero. Bolivia había vivido su revolución nacional, y era, todavía en 1967, un país en el que los factores de conflicto político-social estaban fuertemente neutralizados. La Reforma Agraria y el Voto Universal habían transformado sustancialmente la situación del campesinado incorporándolo a la vida económica y política del país, así fuera de manera parcial y subordinada.
La conciencia activa de estar sufriendo condiciones de explotación u opresión intolerables no era, ni muchos menos, la dominante en los sectores rurales bolivianos. La conciencia de la necesidad de un cambio radical no era, por tanto, un dato de la realidad y la guerrilla deambuló en un medio social indiferente e, incluso, adverso.

Segundo. El Gral. Barrientos era un caudillo populista muy carismático y particularmente influyente en el mundo quechua. La idea de que se trataba de un auténtico protector y benefactor de los campesinos era amplia y profundamente arraigada en vastas regiones del país. Barrientos nació políticamente como el "Tata" que había logrado la reconciliación de los grupos campesinos enfrentados en una prolongada y fratricida guerra interna alentada por fracciones del MNR.
El Pacto Militar-campesino, creado por él, no fue otra cosa que un efectivo instrumento de subordinación política del campesinado al gobierno que se instauraría, precisamente encabezado por René Barrientos, el 4 de noviembre de 1964.
Adicionalmente, habrá que señalar que el arrastre social de Barrientos se extendía, en gran medida, a las capas medias urbanas, y, por supuesto a los sectores más acomodados de la población que habían encontrado en ese caudillo militar un eficaz portaestandarte de sus intereses. La votación obtenida para ungirse, en 1966, como Presidente Constitucional de la Republica (alrededor del 70%, si no recuerdo mal) sin haber tenido que recurrir a manifiestos mecanismos de fraude, constituyen la mejor prueba de lo que acabamos de sostener.

Tercero. La crónica debilidad política y la dispersión de la izquierda boliviana, no hacían sino crear mayores dificultades al despliegue de una estrategia revolucionaria basada en el foco militar.
Las evidentes disenciones con la cúpula del PCB, la automarginación de PCML y la crítica doctrinaria del trotskismo, le quitaron a la guerrilla toda posibilidad de articular una base de sustentación política y operativa en los sectores populares que estuvieran bajo la influencia de tales corrientes. Las espontáneas y aisladas muestras de simpatía y solidaridad con la guerrilla que pudieron conocerse en algunos centros mineros, no pasaron de eso.
La juventud universitaria, que habría podido ser una fuente natural de apoyo político y reclutamiento de combatientes, permaneció, en altísimo grado, al margen de los acontecimientos. La democracia cristiana era, de lejos, la corriente ideológica y organizativa más vigorosa en el seno del movimiento universitario y adoptó una actitud distante, cuando no adversa, a la emergencia guerrillera.

Cuarto. Los norteamericanos no podían tolerar una nueva Cuba en el Continente y extremaron sus recursos para aniquilar, en germen, el brote guerrillero que, de otro modo, habría podido expandirse por toda el área y despertar el temible fantasma del Viet Nam.
De tal modo, la campaña de aislamiento social e ideológico de la guerrilla, desplegada por la inteligencia norteamericana y basada en que Bolivia estaba sufriendo una "agresión extranjera" fue muy eficaz y facilitó la derrota militar del Che y sus compañeros.

3. Como ha ocurrido otras veces en la historia, el Che derrotado militarmente, emerge como una figura épica y desbordante de energía casi desde el instante mismo de ser ejecutado. Las fotografías de su cadáver, la nobleza de su rostro, la irresistible fuerza de sus ojos abiertos, convierten sus despojos en reliquia, y al Che muerto, en el mito, que inspiraría a muchos bolivianos (jóvenes, sobre todo) a enrolarse en las filas de la Revolución por la Dignidad, la Liberación Nacional y la Justicia Social proclamada por el Che.

La publicación del "Diario de Campaña" tiene un efecto galvanizador de la conciencia de cambio que había tomado gran impulso en la juventud cristiana, fuertemente sensibilizada por el contenido transformador del Concilio Vaticano II. Los jóvenes cristianos bolivianos encuentran en el Che el testimonio perfecto del mensaje liberador y de la entrega y el sacrificio personal que parecen necesarios para plasmarlo. El movimiento demócrata cristiano, muy influyente en las universidades del país, es poderosamente sacudido por el ejemplo del Che y muchos de sus militantes engrosarán las filas de la guerrilla de Teoponte en pos de la síntesis entre Cristianismo y Revolución.
El surgimiento del MIR, en septiembre de 1971, está, también, muy vinculado a la influencia quizá más ética que ideológico-política del Che.

4. El haber renunciado a un influyente puesto en el gobierno revolucionario de Cuba y volver a empuñar el fusil como un combatiente más, nos da una idea de la forma cómo entiende el Che su compromiso con la revolución, por eso, antes de Ñancahuazú, era ya una poderosa referencia para las generaciones radicalizadas en casi todo el mundo.
Sin embargo, al caer en La Higuera, el Che adquiere la dimensión de un héroe-mártir que interpela con su ejemplo a todos quienes postulan, desde el marxismo o desde el cristianismo, el cambio para construir sociedades más justas, más solidarias, más libres, en fin, más humanas. "El deber de todo revolucionario es hacer la Revolución" es la consigna postrera del Che que se expande por todo el planeta.

La idea del "Hombre Nuevo" penetra, con toda la fuerza del testimonio del Che, en la mente y el corazón de miles de latinoamericanos y de otros continentes que se alistan en las filas de "la Revolución" en su vasta gama de expresiones. Su influencia no se reduce, ni mucho menos, a la lucha armada como método de acción para la toma del poder político. Tiene, sobre todo, relevancia en la formulación de una utopía que, siendo claramente antagónica al individualismo capitalista, fuera, al mismo tiempo, distinta y superior al socialismo burocrático que ya en ese tiempo acusaba notorias insuficiencias.

La figura del Che, a la luz de su muerte, adquiere una dimensión ética de tal magnitud que trasciende, de lejos, cualquier impugnación que pudiera hacerse a sus planteamientos político-ideológicos y militares.

De los otros combatientes, casi nada puedo decir. Conocí casualmente a tres de ellos en oportunidad de una visita a Cuba en marzo de 1966, como miembro de una delegación de la Confederación Universitaria Boliviana. Eran los bolivianos Mario Gutiérrez (Mayeco), Lorgio Vaca Marcheti y Freddy Maymura. Los conocí y aprecié solamente en su calidad humana. Estaban profundamente involucrados en el proceso cubano que atravesaba su etapa más heroica. Ellos integraban, como cualquier ciudadano, sus correspondientes Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Me impresionaron mucho por su actitud solidaria y de servicio y por su plena disposición a defender la Revolución Cubana como algo suyo. A través de ellos pude descubrir y entender la fortaleza de la Revolución y algunos de sus valores fundamentales cotidiana y fervorosamente cultivados, valores que muchos cristianos de entonces propugnábamos como una lejana utopía.

5. La voluntad de vivir en sociedades más dignas, más justas, más solidarias y auténticamente libres, junto a la capacidad de rebelarse contra la miseria, la injusticia o la opresión donde quiera ellas existan. La capacidad de entregarse, sin medida, a una causa altruista trascendiendo la mera realización personal.

Hugo Moldiz: Che, Símbolo de la Revolución

Hugo Moldiz Mercado, egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas, ejerce el periodismo en la redacción de "Ultima Hora" y ha sido colaborador del Semanario "Aquí". Dirigente nacional del PS-1 en los últimos años, actualmente es miembro de Patria Socialista Multinacional, un intento unitario de algunos grupos bolivianos de izquierda.

1. Sin comentario. Sólo tenía tres años, en 1967.

2. Intentaré puntualizar las causas que en mi criterio determinaron el fracaso de la irrupción guerrillera en 1967.

a) Las "ilusiones ideológicas" del campesinado. Poco después del triunfo de la revolución cubana, Che Guevara saca tres aportes para la lucha de los pueblos de América Latina, entre los que destaca que el movimiento campesino es la base social fundamental sobre la que debe asentarse la lucha guerrillera.

En este continente, además de la contradicción clasista cuya manifestación tiene rasgos particulares por el carácter dependiente del capitalismo, hay que sumar la situación de postración, miseria y hambre a la que están condenados los campesinos y los pueblos originarios, víctimas del capital y de nuevas formas de colonialismo interno a las que recurren las clases dominantes.

Si bien el problema de la tierra no había sido resuelto en el continente, países como México y Bolivia atravesaron por reformas agrarias profundas. Esta situación nos permite comprender las razones que determinaron una más rápida aproximación, en ese momento, entre los campesinos y las Fuerzas Armadas, que entre ellos y la columna guerrillera del Ejército de Liberación Nacional.

Los guerrilleros ofrecían a los campesinos algo que estructural aunque deformadamente, el MNR les reconoció en 1953: la tierra.
Los campesinos percibían, al influjo de esa revolución nacional, que el MNR era su partido y que las Fuerzas Armadas, les garantizaban su tenencia de la tierra.

b) Espontaneismo proletario. En una línea más o menos próxima, el proletariado, principalmente minero, seguía orientando su accionar en función de la ideología dominante creada por la revolución del 52.

El proletariado no terminaba de llegar a la conclusión de la necesidad y la posibilidad de hacer política al margen del Estado y del sindicato. Su inclinación para-estatal, que todavía se percibe hoy en plena época del neoliberalismo, era uno de sus rasgos centrales en esos momentos. El movimiento proletario aprobó una tesis socialista muchos años antes de la revolución del 52, pero su forma de hacer política, organización y práctica cotidiana, se movían bajo la influencia del "nacionalismo revolucionario".
La tradición "espontaneista" del movimiento proletario impidió entender ese momento, quizá ahora siga sucediendo lo mismo, la necesidad de articular un movimiento armado, bajo la forma de ejército irregular, primero, regular, después, para destruir el Estado burgués y colonial.

c) La ausencia de un partido o movimiento político de masas. A pesar de existir dos partidos marxistas en la Bolivia post-52, ellos jamás pudieron articularse al movimiento obrero y popular con la fuerza indispensable para influir en el curso de sus luchas, entre otras cosas por la marcada influencia, ya hemos dicho, de la ideología del "nacionalismo revolucionario". Si a esto añadimos la nefasta actuación del Partido Comunista de Bolivia en los momentos previos y posteriores al inicio de la lucha armada, nos encontramos con un aislamiento casi absoluto de la columna guerrillera; cerco que, vaya paradoja, se va rompiendo sólo después de su muerte del Che.
El PCB y el POR asumen, con diferencias sustanciales por cierto, la insurrección como la línea central militar y descartan, o al menos relativizan, la guerra de guerrillas.
Esta concepción, no cabe duda, difiere con los propugnadores de la guerra popular prolongada o revolucionaria, e incide en el tipo de organización a construir y en el tipo de militante a formar.

La columna del ELN se encontró, entonces, aislada de las masas por la ausencia de un partido o movimiento político capaz de ser el elemento de articulación o coordinación con el movimiento obrero, popular y campesino.

3. La guerrilla dirigida por el Che se convirtió, en un punto nodal en el desarrollo de la conciencia revolucionaria.

a) Revalorización del socialismo como objetivo estratégico de los explotados y oprimidos. Ñancahuazú fue el inicio de la transición de una forma de pensar a otra en el movimiento obrero y popular, fue el comienzo de la ruptura con el "nacionalismo revolucionario" burgués del MNR y de identificación con la ideología socialista.
Entre la pequeña burguesía el efecto fue mucho mayor. Profesionales, universitarios, maestros y otros sectores no obreros del campo popular, recogieran el mensaje. En medio de un proceso de oligarquización del poder, la pequeña burguesía, en sus fracciones más de avanzada, empezó a percibir al socialismo como al proyecto capaz de liberarla de sus ataduras con el imperialismo y el capitalismo.

b) Teología y revolución. La guerrilla impactó al movimiento cristiano, principalmente católico, al promover las condiciones para el surgimiento y desarrollo de una práctica que identifica el pensamiento de Cristo con las necesidades de los más pobres y oprimidos.
Aunque la Teología de la Liberación no tiene sus antecedentes fundacionales en esta gesta, la entrega, sacrificio y mística con la que actuaron los guerrilleros del ELN, principalmente el Che, mostraron que entre cristianismo y marxismo no hay contradicciones insalvables.
Varios sacerdotes encontraron en la vida, pensamiento y muerte del Che, un mensaje de liberación, similar al que difundió Cristo. Cientos y miles de cristianos, asumieron una posición más radical respecto a los problemas cotidianos de la sociedad y encontraron en su decisión de levantar las armas, como el guerrillero Néstor Paz Zamora, el camino hacia una sociedad justa, plena e igualitaria económica y socialmente.

c) Un pensamiento latinoamericanista y antimperialista. Ernesto Guevara, se convirtió en el símbolo de la resistencia de los pueblos de América Latina a "la otra América", como llamaba José Martí al imperialismo norteamericano.

El asesinato del Che terminó de sellar ante los obreros, campesinos y pobres de las ciudades de este continente, la línea latinoamericanista y antimperialista que luchadores y pensadores como Martí, Bolívar, Sandino, por citar a los más importantes, se encargaron de alimentar en sus luchas.

d) La identificación del enemigo. El movimiento obrero, popular y campesino pudo percibir que los combates en Ñancahuazú en realidad fueron una manifestación de la pugna de dos proyectos diferentes para organizar la sociedad, el Estado y la economía.

Por un lado, los revolucionarios, que buscaban sentar las bases de una sociedad en la que el hombre, como ser colectivo, sea el eje central del desarrollo; y por otro, los defensores del orden establecido que perseguían garantizar la explotación del hombre por el hombre ( en realidad de una clase por otra).
Los trabajadores del campo y la ciudad, aunque en ritmos distintos, identificaron con más claridad a sus enemigos, y las vías para infringirles una derrota de carácter estratégico.

e) El surgimiento de un pensamiento revolucionario guevarista. El Che nunca aspiró a convertirse en el referente de las luchas populares en América Latina, pero su consecuencia, entrega y esperanza en un mañana mejor, lo han colocado como el símbolo de la revolución.

Con toda seguridad que el Che, al igual que Marx, jamás quiso que sus seguidores utilicen su nombre para caracterizar a una corriente revolucionaria, porque solo los fieles ponen a sus religiones el nombre de sus profetas. Sin embargo, hay derivaciones que van más allá de la voluntad de los individuos.
Surgió en América Latina un pensamiento y práctica "guevarista" que se constituye, vaya lección para sus adversarios y verdugos, en arsenal de las luchas populares y del movimiento revolucionario latinoamericanista y en factor de unidad entre los combatientes latinoamericanos.

4. En este punto haré referencia a la personalidad del Che, es inevitable, pero sin ignorar a otros guerrilleros.

a) Hablar del Che, aún desde la distancia, es extremadamente difícil ya que existe el riesgo de omitir una serie de facetas que colocan su recuerdo en el campo de la inmortalidad.
El Che nos da muestras de la gran perseverancia con la que actuó y Su conocimiento de la mayor parte de los países del continente le hizo concebir, entre sus más grandes sueños, la construcción de la gran Patria Latinoamericana.

Empeñoso, decidido y valiente se incorporó al Movimiento 26 de Julio, para liberar a Cuba, un país que a la postre iba a tenerlo como a su hijo más entrañable.
El Che es ejemplo de coraje, estudio, cautela y entrega cuando tuvo que asumir la conducción de una columna en la Sierra Maestra, reto que empezó a forjar al estratega militar y político jamás visto en los últimos años. A la vez, testarudo y porfiado cuando tuvo que aprender economía y matemáticas para aportar a la revolución cubana. El espíritu de optimismo, confianza y alegría acompañó al Che en todas sus acciones.

Pero quizá lo que mejor lo caracterice es su profundo humanismo, su inquietud al saber que millones de hombres, mujeres y niños vivían en la más absoluta tiniebla, desesperanza e incertidumbre del futuro. Respetó a sus enemigos en condición de presos, se opuso a la ley de la selva para desarrollar la guerra revolucionaria, y comprendió que el amor al hombre y a la humanidad era lo que permitía entregar todo por la revolución, hasta la propia vida.

b) Simón Cuba. Aunque muy poco se ha escrito sobre él, se sabe que fue un combatiente ejemplar.

Cuba era un sencillo trabajador minero, que desarrolló una gran sensibilidad y se puso al servicio de los intereses estratégicos de su clase.
No pudo ser indiferente a los padecimientos de hambre, miseria y desesperación con la que su esposa e hijos sentían que estaban muertos en vida.
Aunque no tenía una formación intelectual, asimiló las enseñanzas de la revolución cubana y del pensamiento revolucionario del Che.
En justicia, Simón Cuba debería ser más recordado.

5. Varias son los aportes de la guerrilla del 67, entre los que podemos resaltar:

a) La necesidad y la posibilidad de la revolución. A pesar de los cambios vertiginosos que se vienen operando en un mundo unipolar hegemonizado por los Estados Unidos, la miseria y el hambre de millones de latinoamericanos y bolivianos está lejos de desaparecer. Son cada vez más los hombres y mujeres víctimas de la concentración de la riqueza y la centralización del poder de la burguesía en sus fracciones hegemónicas.
Con el derrumbe del bloque socialista nada ha cambiado para los obreros, trabajadores y pueblos originarios, y los sucesos de México, Argentina y Venezuela, por solo citar a los más importantes, parecen ratificar la necesidad y la posibilidad de la revolución social. Las grandes transformaciones en el mundo, nos guste o no, siempre han ocurrido con violencia.
El neoliberalismo es el proyecto burgués de fines del siglo XX, pero es casi seguro que el socialismo, entendido ahora como la articulación de lo obrero, popular y originario, será el proyecto al que marche la sociedad en el siglo XXI.

b) La necesidad de contar con un ejército revolucionario. Pasando por la "política del garrote", la "doctrina de la Seguridad Nacional", hasta llegar a la "Guerra de Baja Intensidad", el imperialismo norteamericano se encarga de enseñarnos que la liberación de Latinoamérica sólo será posible cuando los explotados y oprimidos sean capaces de construir un ejército revolucionario para emprender, de forma ininterrumpida, el camino de la revolución.
Las intervenciones imperialistas, abiertas y encubiertas, en Nicaragua, Granada, Panamá, El Salvador, Colombia y Bolivia no hacen más que ratificar, la necesidad de que obreros, campesinos, pobres de las ciudades y originarios, se organicen y preparen para formas superiores de lucha.

c) El rol del movimiento campesino. La situación de explotación que tienen que enfrentar los trabajadores del campo, la opresión cultural de los pueblos originarios, las diferencias entre el campo y la ciudad, muestran un escenario donde se presentarán explosiones sociales de gran envergadura, con vanguardias políticas o sin ellas.
En su obra "La Guerra de Guerrillas", el Che sostiene que "en la América subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente el campo", situación que a pesar del "desarrollo capitalista", no ha cambiado después de 26 años del asesinato del Comandante de América.

d) El internacionalismo revolucionario. No importa dónde puede encontrarse uno, no importa que nacionalidad nos haya sido impuesta, por encima de todo, mientras existan pobres y oprimidos en cualquier parte del mundo, habrá una convocato ria para que prestemos nuestro concurso revolucionario.
Esta es ciertamente una de las enseñanzas más rescatables que nos legó el Che y de la que los revolucionarios de Bolivia y América Latina tenemos que aprender.

e) La solidaridad. Sería muy difícil entender la disposición a morir por algo superior, sino rescatamos los profundos gestos de solidaridad que cada día expresaba el Che, y que se convierten hoy en una de sus lecciones todavía no terminada de comprender.

En estos momentos es cuanto más debemos ser solidarios entre todos los oprimidos y explotados del mundo y el continente; es cuanto mayor solidaridad tenemos que poner de manifiesto con la revolución cubana por la que el Che estaba dispuesto a dar su vida.

Lupe Cajías: Una postura ante la Vida

Lupe Cajías combina en su trabajo la crónica periodística con la investigación histórica, como resultado de sus estudios de Comunicación Social (UCB) e Historia (UMSA).
Entre otros trabajos es autora de "Historia de una Leyenda: Vida y palabra de Juan Lechín Oquendo, líder de los mineros bolivianos".
Columnista de "La Razón", produce microespacios históricos para la televisión y preside la Asociación de Periodistas de La Paz.

1. En ese momento tenía solamente trece años. En el ambiente familiar teníamos la percepción de que el ejército boliviano había ganado, de que el país había triunfado sobre alguien que nos había invadido. Esta percepción fue muy pronto desmentida por el acceso a mayor información y por las discusiones que se produjeron entre la generación que vivió las guerrillas. Después de haber conocido más ampliamente y estudiado estos acontecimientos, los veo como un hecho importante que conmueve a la sociedad boliviana, que saca de un terriorio de poder a la clase media, sobre todo a la juventud, y le obliga a volcar la mirada sobre su propio país.
En este siglo son dos los grandes acontecimientos que en Bolivia provocan un fenómeno de reflexión y que llevan a la acción: la guerra del Chaco que llegó finalmente al 52 y la guerrilla del 67 que es un proceso abortado, que no termina en una gesta como el 52, pero que indudablemente marca todo lo que vamos a vivir a partir de los años 70 hasta, prácticamente 1982.

2. A mi modo de ver, las causas esenciales del fracaso del intento guerrillero, estuvieron en un desconocimiento del país. Aspecto que también se repite en la consecuencia posterior de Ñancahuazú que es la guerrilla de Teoponte.
¿Por qué no se dio un triunfo socialista? ¿Por qué no se llegó a una revolución si sobraron mártires, coraje y decisión? Quizá también sobraron dirigentes. Teníamos un pueblo dispuesto a morir por esos ideales, pero en las cúpulas que dirigían los procesos había un gran desconocimiento del país. Esa clase media impactada emocionalmente con el tema de la guerrilla y el socialismo, no conocía los fundamentos profundos del país y creo que el Che Guevara tampoco. El Che Guevara pese a todos los esfuerzos que hizo, no sabía la esencia de Bolivia.

3. En realidad, la muerte del Che fue un impacto mundial y no solamente nacional. La guerrilla y la muerte del Che en territorio boliviano, influye en los acontecimientos históricos posteriores que hemos vivido hasta 1982, tanto a nivel de Estado como de base. Su influjo se siente en las universidades, en el movimiento obrero, en la iglesia, en las fuerzas armadas y en casi todas las capas sociales. Un suceso de ribetes internacionales, ocurrido en territorio boliviano, no podía dejar de incidir con mayor impacto en nuestra propia realidad.

4. La personalidad del Che y de los otros combatientes latinoamericanos y bolivianos que lucharon con él, y creo que hay que extender la apreciación a la gente de Teoponte y en general a quienes empuñan las armas, provocan un sentimiento de admiración. Son personas que procuran un cambio en la sociedad a cambio de su propia vida. Yo no creo en ciertas teorías modernas que tratan de explicar estos fenómenos por causas psicológicas, que intentan mostrar un tipo de personalidad, que se integra a un movimiento guerrillero por querer suicidarse lentamente. Nadie prefiere la muerte a su propia existencia, a la única oportunidad de vida que tenemos. Lo que pasa es que hay gente que valora, prioriza en un momento dado, si vale la pena entregar la vida por los demás, por un cambio radical en la sociedad. En última instancia, eso es lo que hace mover a la humanidad.

5. El aspecto rescatable más importante es la mística de aquellos seres humanos que no sólo tenían una posición política, sino una postura ante la vida. Una opción existencial. Ellos actuaban por amor a la humanidad más que por ansias de poder.
La historia ha demostrado que son opciones válidas. Mientras exista hambre, explotación e injusticias, no faltarán hombres y mujeres dispuestos a empuñar las armas y a entregar sus vida por lograr pan para todos, decoro y belleza en un mundo mejor.

Erick Torrico: Utopía Inconclusa

Erick R. Torrico Villanueva, periodista, analista político y docente universitario. Es licenciado en Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana y posee un masterado de la FLACSO. Autor de "Periodismo: apuntes teórico-técnicos”, "Comunicación política y emisión ideológica" y otros trabajos.

1. Parecerá anecdótico, pero cuando insurgió el movimiento guerrillero yo apenas asistía al primer curso de colegio, hecho por el que, se comprenderá, mi visión de los acontecimientos fue entonces bastante restringida.
Viví los sucesos, primero, a partir de la información que recibíamos en casa de la radio y de la prensa; luego en base a las conversaciones de la familia o la escuela y, finalmente, por la experiencia directa de la atmósfera social que se respiraba en La Paz. Obviamente no puedo decir que tenía elementos de juicio serios ni que estaba en condiciones de sistematizar los hechos, pero sí recuerdo que lo que más se percibía era un clima de intranquilidad, de cierta amenaza. No sólo que corrían rumores acerca de los terribles propósitos que –se decía– animaban a la guerrilla (como los de quitar las pertenencias a la gente, destruir las familias o secuestrar a los niños), sino que también las acciones políticas desplegadas en ámbitos universitarios y la presencia autoritaria en el gobierno generaban un estado de tensión e incertidumbre.
La guerrilla fue mostrada, pues, como una "invasión", pero hacia el final fue igualmente presentada –y vivida – como una acción conmovedora. A este último respecto me animaría a afirmar que causó mayor dolor (hablando en términos sentimentales y no políticos) en la población la muerte y la derrota de los insurgentes que la caída de algunos soldados y oficiales bolivianos. La figura del Che impactó más tarde, cuando el país fue sacudido por una serie de situaciones que llevaron al máximo la intensidad de la actividad política: la persecución y asesinato de "Inti" Peredo, la sucesión de golpes militares, la extraña muerte de René Barrientos, la frecuente represión contra trabajadores mineros y estudiantes universitarios, la nacionalización de la Gulf Oil Co., etc.; pero fundamentalmente esa imagen se agrandó tras la guerrilla de Teoponte y la frustrada constitución de la Asamblea del Pueblo.
Ahora, vista a la distancia, la guerrilla del Che puede ser valorada como un desencuentro histórico, mas también como una utopía inconclusa. Lo primero se explica no por los fines que perseguía sino porque estuvo localizada en el sitio errado aunque quizá sí en el tiempo preciso; y lo segundo tiene que ver con la plena actualidad de los principios y de la lucha por la justicia social.

2. Hubo, como la historia ha ido demostrándolo, una serie de causas para que el foco guerrillero no se multiplicara, pero las razones principales parecen radicar en una toma de decisiones hecha sobre la base de una insuficiente o aun distorsionada información y en la ausencia del respaldo real de los sectores obrero-populares.
Que el Che hubiese optado por empezar la guerra revolucionaria sudamericana en Bolivia no fue precisamente la mejor elección. El país, si bien presentaba –como hasta ahora – gravísimos índices de miseria producto de una consecuente explotación colonial y neocolonial, no reunía todas las condiciones para que una guerrilla marxista pudiese desarrollarse con probabilidades de éxito (aunque el Che pensaba que no era imprescindible la presencia de todas las condiciones, puesto que la acción del foco –decía – podía desarrollarlas si no existían).
La guerrilla guevarista tuvo que afrontar diversos factores adversos, entre los que se puede mencionar el desconocimiento del terreno, la desvinculación en que quedó respecto de centros de abastecimiento, la carencia de apoyo efectivo de las fuerzas de izquierda –en particular del Partido Comunista de Bolivia –, la desconexión que no pudo superar en relación a los núcleos mineros, etc. En síntesis, la guerrilla fue derrotada militarmente debido sobre todo al erróneo diagnóstico de situación en que pareció fundarse y a su imposibilidad de extenderse.

3. Quizá sólo convenga referirse a las consecuencias en dos planos: el político y el ideológico. En el primero, se produjo tanto una reafirmación de las tendencias reaccionarias y de la intervención imperialista en el país como un estado de obligado repliegue para las fuerzas revolucionarias. Aquí se tiene que señalar que el shock político que generó el asesinato del Che tuvo repercusiones de magnitud semejante –pero de distinto signo – para los triunfadores y los derrotados.
Y, en el segundo, se vivió el inicio de un conflicto de larga duración en que se vieron enfrentados los proyectos de la derecha entonces fascistizada y la izquierda. Se podría decir que se reavivó la confrontación de 1952, aunque con la variante de que el movimiento obrero y popular se identificó abiertamente con una línea revolucionaria marxista. Aparte de esto, surgió el Che como símbolo de la lucha por la justicia y la liberación nacional.

4. Ernesto Guevara fue y es, sin lugar a dudas, una figura cuya dimensión humana y política y cuyo pensamiento han marcado indeleblemente la historia contemporánea.
Del Che se tiene que destacar, más allá de cualquier otra consideración, su consecuencia y su decisión. El irrenunciable compromiso que siempre demostró con la liberación social de los hombres y la conjunción y coherencia teórico-práctica que caracterizaron su vida son prueba irrefutable del valor ya intemporal de su personalidad.
Estas frases que él escribió en la última carta que dirigió a sus hijos expresan muy bien lo afirmado: "...sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario".
En cuanto a los demás combatientes, caídos o no, lo menos que se puede señalar es que constituyeron un grupo militante de honor, con principios y coraje.

5. La guerra de guerrillas ha sido, desde las luchas independentistas sudamericanas, un recurso al que han acudido los pueblos –con más o menos éxito – para conquistar espacios de libertad, recuperar la dignidad y alcanzar mejores niveles de vida. En ese sentido –y como lo han demostrado recientemente los acontecimientos de México, con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional –, no se puede ni se podrá descartar, por "anacrónica", esa vía de acción política.
Por tanto, la opción guerrillera, como concepción global, es aún válida, particularmente en aquellos escenarios en los que se combina la depauperación colectiva sistemática con cualquier forma de autoritarismo.

Renato Prada: Un llamado a la Conciencia

Renato Prada Oropeza, doctorado en Filosofía y Lingüística y narrador. Su novela más conocida, "Los fundadores del alba" (1969) obtuvo simultáneamente los premios "Casa de las Américas" y "Erich Gutentag", está inspirada en la temática guerrillera. Es autor de varias otras obras, tanto narrativas como de teoría literaria. Trabaja en el Instituto de Investigaciones Literarias y Semiolingüísticas de la Universidad Veracruzana, México. El cuestionario fue respondido en Cochabamba a fines de diciembre de 1993.

1. La "percepción personal" de uno, depende de un modo u otro, de la situación (circunstancia, en palabras de Ortega y Gasset) desde la cual "vive" el o los acontecimientos que irrumpen en su mundo. Yo era, entonces, un escritor joven que tenía una formación filosófica de marcada influencia existencialista cristiana y que, como católico, progresista, había abrazado por entero las innovaciones que el Concilio Vaticano II introdujera en la Iglesia Católica. Por ello, me situaba en una corriente de apertura al nuevo pensamiento y a las reformas profundizadoras de la vida integral cristiana. Sin embargo, creo que ideológicamente no dejaba de "pertenecer" a la pequeña burguesía es decir que mi concepción de una "nueva sociedad" carecía de la coherencia y del "realismo" que involucra una actitud más radical, como la marxista o, concretamente, la revolución cubana. La irrupción de la guerrilla, comandada por el legendario Che Guevara (cuya muerte había sido anunciada varias veces por las agencias imperialistas) me llenó de estupor que, literalmente me dejó anonadado pues significaba una transformación total de mis expectativas sociales: la "revolución en la revolución" –examinada teóricamente por el Debray joven y optimista– había elegido por escenario mi país para desafiar al poder establecido y a los "intereses" del imperialismo. De esta actitud pasé, luego, a un examen riguroso de mis inquietudes sociales, que con la inmolación del Comandante Heroico, pisaron, finalmente, tierra. Creo que esta percepción y este efecto tuvo la guerrilla del 67 en casi toda la juventud católica que militaba entonces en la Democracia Cristiana.

Veinte seis años después no dejo de ver a ella como un llamado a la conciencia para acrisolar los ideales, –amenazados por la crisis que significa en los postulados de justicia social la desintegración de los países europeos llamados socialistas– en ese sacrificio.

2.Creo que son muchas: descubrimiento prematuro del movimiento guerrillero por la CIA; desconocimiento por los guerrilleros del terreno geográfico y, como origen de esto, mala elección del mismo; la incapacidad del campesino –demagógicamente obnubilado por Barrientos– para ser conmovido hacia una actitud revolucionaria; la falta de conexión con los centros urbanos y mineros (esta última, lograda como efecto de la masacre de San Juan).

3. Como lo dije al responder a la primera pregunta, la repercusión más importante me parece que fue en la juventud pequeño-burguesa afín a la DC y a los grupos católicos universitarios quienes fundarán luego el MIR, cuya trayectoria futura de escisión en fracciones, algunas de ellas de vergonzosa actuación política por sus pactos con el general Banzer y la extrema derecha, corrupción de sus miembros llegados a puestos oficiales, traición rotunda de sus postulados de justicia social, hace de esta conmoción simplemente un acto voluntarista, no lejano del voluntarismo. Sin embargo, creo que también sirvió para que la izquierda no cristiana de entonces (P.C., etc.) revise su actitud de mera sombra de los dictámenes soviéticos o chinos.

4. Sin duda, el Che y sus compañeros de lucha son un ejemplo moral y político de lo que es capaz el hombre consagrado a sus ideales. Todos sabemos la renuncia y el sacrificio cotidiano que significa la vida guerrillera. Renuncia a puestos de indudable jerarquía, a las comodidades y satisfacciones que ofrece el mundo a los hombres "integrados" a la vida social (no olvidemos nunca el puesto que ocupaba el Che en Cuba, que era padre de familia, etc., beneficios a los cuales renunció por seguir los dictados de su conciencia revolucionaria).

5. Dada la nueva situación mundial y la trayectoria política de nuestros pueblos latinoamericanos, sería iluso y nefasto retomar el sustento teórico de la guerrilla: el foco. Sin embargo, sus postulados americanistas así como la total entrega de sus militantes a su causa, siguen siendo de vigencia actual. Latinoamérica sólo podrá encontrar el camino de su independencia político-económica, si realiza su lucha como un todo y en forma radical en cuanto a sus postulados de liberación y justicia sociales. El mundo, más que nunca, necesita de hombres íntegros y de postulados claros, precisos e indoblegables, de justicia para con los desposeídos, cada vez más numerosos. La historia y el afán utópico no se han desvanecido con la aparente "derrota" del socialismo, pues no habrá una valedera y firme democracia sino se asientan primero los derechos fundamentales de los hombres: pan, trabajo, educación, salud para todos los habitantes de un país.