Lechín, junto a Paz Estenssoro, Siles Zuazo y Guevara Arze, es uno de los cuatro prominentes líderes históricos de la revolución nacional de 1952. A su manera, con sus talentos y limitaciones, con sus vacilaciones y certezas, representó el ala más radical del proceso revolucionario, como expresión de los sectores obreros. Estuvo a la cabeza de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) desde su fundación en 1944 y de la Central Obrera Boliviana (COB), nacida al calor de la insurrección del 9 de abril de 1952. Fue Vicepresidente de la República de 1960 a 1964. Con el “sector de izquierda” del MNR, fundó el Partido Revolucionario de la Izquierda Nacional (PRIN), al romper con Paz Estenssoro en el final de su segundo mandato presidencial.
Lechín fue el “caudillo indiscutible” de la clase obrera boliviana por más de cuatro décadas, hasta que por decisión propia, dejó la conducción sindical en 1987. “...una personalidad tan seductora como entregada a la aventura histórica, tan combativa e insistente como no despojable de un hálito de insólita frivolidad”, dijo de él René Zavaleta, al analizar su rol mediador, como “instrumento de eficacia imprevista para la clase obrera en su necesidad de dialogar con la pequeña burguesía”. La más completa biografía de este gravitante personaje de la vida nacional, es de la periodista Lupe Cajías: “Historia de una leyenda: vida y palabra de Juan Lechín Oquendo, líder de los mineros bolivianos” (La Paz, 1988).
Como lo relata él mismo, a fines de marzo de 1967 se entrevistó en La Habana con Fidel Castro y, no obstante sus objeciones, más que ideológicas de mera intuición política, quedó comprometido a apoyar la lucha guerrillera. Concretamente en un cable del 13 de abril de ese año, cursado desde La Habana, que aparece mencionado en la anotación del 15 de abril de su Diario, le informan al Che: “Lechín en ésta; se le explicó estrategia guerrilla y tu dirección de la misma. Le entusiasmó esto. Apoyará con gente para la loma y hará declaraciones apoyando. Entrará clandestino dentro de 20 días, un mes al país. Te enviaremos próximamente formas contactos...Es conveniente entrevista personal cuando hayan posibilidades”... Esas posibilidades nunca se presentaron, la guerrilla permaneció todo el tiempo completamente aislada y Lechín fue detenido en Arica el 6 de mayo cuando se dirigía al Perú para ingresar clandestinamente a Bolivia.
En su mensaje a los trabajadores bolivianos con motivo del 1ro. de mayo, el perseguido dirigente de la COB había escrito: “La única alternativa es defender la democracia con el fusil al hombro de los trabajadores y desocupados. Los guerrilleros luchan por la liberación de la Patria del funesto yugo extranjero que se halla en el palacio de Gobierno y el Gran Cuartel de Miraflores”.
A continuación, la versión resumida de una larga conversación con Don Juan, en el trascurso de la cual le fueron planteadas las cinco preguntas del cuestionario.
1.Los acontecimientos guerrilleros los vi con mucha simpatía. Desde mayo de 1965 yo estaba desterrado. Regresé clandestinamente al país pero no se me dio garantías ni siquiera cuando las elecciones de 1966 en las que Barrientos se hizo elegir. El año 1967 volví a salir clandestinamente y estaba en Moscú en una actividad sindical cuando fui invitado a Cuba. Fue un vuelo de 13 horas en uno de esos aviones de máxima seguridad que, según comentaron, generalmente eran utilizados para transportar bombas nucleares a los países socialistas aliados. Llegué a La Habana y Fidel estaba en una de sus acostumbradas giras por el campo. Tuve que esperar dos o tres días, visitando algunos lugares y el balneario de Varadero. Cuando se produjo el encuentro, Fidel me invitó a su jeep y prosiguió visitando zonas rurales. Con esa memoria privilegiada que posee, preguntaba por personas conocidas, por la maestra del lugar o por la salud de alguien que en su anterior visita había estado enfermo. Recuerdo que en un sitio preguntó por un campesino al cual le había sugerido años atrás que plantara chirimoyas, el hombre se presentó con el sombrero en una mano y en la otra una enorme chirimoya que mostró a Fidel muy orgulloso. Ese diálogo directo con el pueblo, de orientación en las tareas de desarrollo, lo repitió con decenas de personas en diferentes lugares.
Hicimos un alto en un puesto militar tras agotadora jornada y fue ahí que Fidel, después de comer, propuso realizar una reunión informal en mi habitación. Estaba el presidente Dorticós, estaba “Barbarroja” (Manuel Piñeiro, entonces encargado de las relaciones con Latinoamérica, CSG) y Ariel, encargado de las cuestiones de Bolivia. Fue allí que Fidel recibió la información del primer choque producido en Ñancahuazú el 23 de marzo, también a mí me pasaron los cables con las noticias.
Como todos los políticos de la época, yo había leído el libro “La guerra de guerrillas” del Che y además conocía algo de las guerrillas que se estaban produciendo en América Latina, particularmente en Colombia y Venezuela, de modo que tenía una idea de lo que era un movimiento guerrillero. Por las informaciones que nos daban se mostraba que lo que había estallado en Bolivia era algo muy bien preparado y eso fue lo que comenté. Fue ahí que Fidel me dijo: “A ti te lo puedo decir, esa guerrilla está dirigida por el Che”. Y, como es lógico, yo me sorprendí, “caramba, por qué me lo dijiste” le manifesté. Y añadí más o menos lo siguiente: “puedes estar seguro que yo ya me he olvidado esta información que acabas de darme”. Y en efecto, nunca comenté con nadie este hecho.
Fidel me preguntó cómo veía el resultado de estas acciones. Yo le dije con franqueza, va a ser un fracaso. ¿Por qué?... Porque en Bolivia ha habido reforma agraria...los campesinos lo que están buscando es una ayuda directa del gobierno, ayuda que la guerrilla no puede darles. Las inquietudes y pedidos de los campesinos hoy en día son caminos, escuelas, créditos y cosas parecidas, pero están felices con la reforma agraria, de tal modo que dudo que se sumen a la guerrilla. “¿Y cuáles son los lugares explosivos...?” me dice Fidel. Y yo le digo las minas y la ciudad de La Paz. Fue entonces que se me planteó la posibilidad de un encuentro con el Che, en un lugar no definido porque, claro, no era nada fácil, siendo yo tan conocido en Bolivia. Fidel dijo que se vería la manera de arreglar esta entrevista, pero nunca hubo condiciones para ello, más aún porque se produjo una ruptura de las comunicaciones con la isla ya que los aparatos de radio de la guerrilla fueron incautados.
Poco tiempo después fui capturado en Arica cuando intentaba ingresar al país. Siempre que estuve desterrado yo veía la posibilidad de retornar. Entrar y salir de Bolivia ilegalmente no era mucho problema, yo lo hice en muchas ocasiones. Si esa vez hubiera logrado entrar, hubiera tratado de conectarme con el Che para hacerle saber mi criterio y los intentos de Fidel por restablecer la comunicación.
De todos modos, a pesar de mis discrepancias, vi a la guerrilla como una esperanza. Tanto en Chile como en Perú y también en Bolivia cuando logré volver, siempre que me preguntaron, expresé públicamente mi admiración sincera por ese grupo reducido de hombres que se enfrenta a un ejército cien veces más poderoso, en aras de sus ideales de liberación. Nunca creí que iba a dar resultado la lucha guerrillera a menos que estuviera inserta en la masa, como se podía deducir de las experiencias china y vietnamita, pero admiré al Che y a los combatientes que le acompañaron. Con mucha pena sentí el fracaso de los guerrilleros aquí y luego también en otros países.
2. Como ya lo dije anteriormente la lucha guerrillera no logró insertarse con la masa, particularmente con los mineros, y entre los campesinos difícilmente podía tener arraigo en esos momentos.
Pero además, sobre todo para que la guerrilla fuera derrotada tan rápidamente, a mi juicio, influyó la falta de infraestructura en las ciudades para el aprovisionamiento de alimentos y medicinas. Se veían obligados a salir a los pueblitos en busca de esos elementos, haciéndose muy vulnerables por las huellas que iban dejando. Si bien los guerrilleros tenían ventaja frente a las tropas regulares por su capacidad de desplazarse en el monte, al final, las evidencias que dejaban permitieron al ejército irlos detectando y cercando.
También, por la traición de algunos delatores, sus depósitos con reservas de esas provisiones cayeron en poder del ejército complicándoles más la situación. Hay que suponer lo que significaba para un asmático como el Che, la falta de sus medicamentos, es algo increíble...Y la traición, como es el caso del grupo de Joaquín donde había un grupo muy experimentado de guerrilleros cubanos que fue llevado a la emboscada de Masicurí.
Finalmente, hay que tomar en cuenta que la guerrilla se dividió y nunca se pudieron volver a contactar los dos grupos. Esto les perjudicó grandemente, se debilitaron y no tenían como formar columnas de vanguardia y retaguardia para protegerse, para proteger al núcleo central donde estaba el Che.
3. El principal efecto es que se levantó un gran sentimiento de admiración, no sólo de los jóvenes, sino también de los mayores, y hasta de los grupos contrarios al Che. No se puede des conocer que fue una acción heroica que, a pesar de su fracaso, dejó en la mente de muchos el reconocimiento de que la lucha armada es el único camino para liberar a un pueblo. Hasta ahora muchos grupos piensan así, sólo que no existen las condiciones objetivas y subjetivas para desarrollar por el momento ese tipo de lucha.
Se generó una gran corriente de simpatía con el Che y los guerrilleros, la misma que ha perdurado a través del tiempo y se expresa nuevamente con la llegada de Fidel el año pasado. Los sentimientos de simpatía por las luchas de liberación nacional perviven en la conciencia del pueblo.
4. Una de las cosas más admirables de la personalidad del Che es su renuncia al poder para incorporarse a la lucha de liberación. Muy pocos en el mundo son capaces de dejar el poder para lanzarse a la luchas como lo hizo el Che. Con lo poco que he leído desde luego, no conozco otro caso similar en la historia, de una persona que abandone el poder para empezar con las armas una lucha de liberación, arriesgando su propia vida. Antes de venir a Bolivia él estuvo también en el África donde acudió a combatir en apoyo de los movimientos de liberación, pese a los consejos que le dio su amigo Gamal Abdel Nasser cuando estuvo en Egipto. Nasser le había dicho que no vaya “pues los negros no confían en los blancos”.
Y los otros combatientes que lucharon con él, son igualmente admirables. Ellos sabían que se iban a enfrentar a fuerzas mucho más poderosas, con recursos superiores, con armamento moderno y sofisticado, pero no vacilaron en escoger ese camino de lucha.
5. Lo más rescatable y permanente para los tiempos actuales me parece que es el valor y los objetivos por los que lucharon los guerrilleros. Ahora más que antes esos objetivos están vigentes, porque ahora sí todo el pueblo conoce lo que es el imperialismo norteamericano. En aquella época todavía mucha agente aplaudía la “ayuda americana”. Hoy en día en todos los sectores se repudia el intervencionismo de los Estados Unidos, el pueblo sabe que el enemigo principal de nuestros países es el imperialismo norteamericano