Renato Prada Oropeza, doctorado en Filosofía y Lingüística y narrador. Su novela más conocida, "Los fundadores del alba" (1969) obtuvo simultáneamente los premios "Casa de las Américas" y "Erich Gutentag", está inspirada en la temática guerrillera. Es autor de varias otras obras, tanto narrativas como de teoría literaria. Trabaja en el Instituto de Investigaciones Literarias y Semiolingüísticas de la Universidad Veracruzana, México. El cuestionario fue respondido en Cochabamba a fines de diciembre de 1993.
1. La "percepción personal" de uno, depende de un modo u otro, de la situación (circunstancia, en palabras de Ortega y Gasset) desde la cual "vive" el o los acontecimientos que irrumpen en su mundo. Yo era, entonces, un escritor joven que tenía una formación filosófica de marcada influencia existencialista cristiana y que, como católico, progresista, había abrazado por entero las innovaciones que el Concilio Vaticano II introdujera en la Iglesia Católica. Por ello, me situaba en una corriente de apertura al nuevo pensamiento y a las reformas profundizadoras de la vida integral cristiana. Sin embargo, creo que ideológicamente no dejaba de "pertenecer" a la pequeña burguesía es decir que mi concepción de una "nueva sociedad" carecía de la coherencia y del "realismo" que involucra una actitud más radical, como la marxista o, concretamente, la revolución cubana. La irrupción de la guerrilla, comandada por el legendario Che Guevara (cuya muerte había sido anunciada varias veces por las agencias imperialistas) me llenó de estupor que, literalmente me dejó anonadado pues significaba una transformación total de mis expectativas sociales: la "revolución en la revolución" –examinada teóricamente por el Debray joven y optimista– había elegido por escenario mi país para desafiar al poder establecido y a los "intereses" del imperialismo. De esta actitud pasé, luego, a un examen riguroso de mis inquietudes sociales, que con la inmolación del Comandante Heroico, pisaron, finalmente, tierra. Creo que esta percepción y este efecto tuvo la guerrilla del 67 en casi toda la juventud católica que militaba entonces en la Democracia Cristiana.
Veinte seis años después no dejo de ver a ella como un llamado a la conciencia para acrisolar los ideales, –amenazados por la crisis que significa en los postulados de justicia social la desintegración de los países europeos llamados socialistas– en ese sacrificio.
2.Creo que son muchas: descubrimiento prematuro del movimiento guerrillero por la CIA; desconocimiento por los guerrilleros del terreno geográfico y, como origen de esto, mala elección del mismo; la incapacidad del campesino –demagógicamente obnubilado por Barrientos– para ser conmovido hacia una actitud revolucionaria; la falta de conexión con los centros urbanos y mineros (esta última, lograda como efecto de la masacre de San Juan).
3. Como lo dije al responder a la primera pregunta, la repercusión más importante me parece que fue en la juventud pequeño-burguesa afín a la DC y a los grupos católicos universitarios quienes fundarán luego el MIR, cuya trayectoria futura de escisión en fracciones, algunas de ellas de vergonzosa actuación política por sus pactos con el general Banzer y la extrema derecha, corrupción de sus miembros llegados a puestos oficiales, traición rotunda de sus postulados de justicia social, hace de esta conmoción simplemente un acto voluntarista, no lejano del voluntarismo. Sin embargo, creo que también sirvió para que la izquierda no cristiana de entonces (P.C., etc.) revise su actitud de mera sombra de los dictámenes soviéticos o chinos.
4. Sin duda, el Che y sus compañeros de lucha son un ejemplo moral y político de lo que es capaz el hombre consagrado a sus ideales. Todos sabemos la renuncia y el sacrificio cotidiano que significa la vida guerrillera. Renuncia a puestos de indudable jerarquía, a las comodidades y satisfacciones que ofrece el mundo a los hombres "integrados" a la vida social (no olvidemos nunca el puesto que ocupaba el Che en Cuba, que era padre de familia, etc., beneficios a los cuales renunció por seguir los dictados de su conciencia revolucionaria).
5. Dada la nueva situación mundial y la trayectoria política de nuestros pueblos latinoamericanos, sería iluso y nefasto retomar el sustento teórico de la guerrilla: el foco. Sin embargo, sus postulados americanistas así como la total entrega de sus militantes a su causa, siguen siendo de vigencia actual. Latinoamérica sólo podrá encontrar el camino de su independencia político-económica, si realiza su lucha como un todo y en forma radical en cuanto a sus postulados de liberación y justicia sociales. El mundo, más que nunca, necesita de hombres íntegros y de postulados claros, precisos e indoblegables, de justicia para con los desposeídos, cada vez más numerosos. La historia y el afán utópico no se han desvanecido con la aparente "derrota" del socialismo, pues no habrá una valedera y firme democracia sino se asientan primero los derechos fundamentales de los hombres: pan, trabajo, educación, salud para todos los habitantes de un país.