Un joven argentino recién graduado en medicina estaba en La Paz comenzando una gira terrestre por América Latina, en momentos en que un puñado de jóvenes rebeldes asaltaban infructuosamente en Cuba el Cuartel "Moncada", dando inicio a un movimiento político de vastas repercusiones. Era el 26 de julio de 1953 y el muchacho se llamaba Ernesto Guevara de la Serna. Extrañas casualidades del destino.
Al médico "mochilero" le impresionaron los acontecimientos que entonces tenían lugar en Bolivia y los recuerdos, todavía frescos en la mente de los paceños y paceñas, sobre la insurrección del 9 de abril de 1952. Pudo ver en las calles tumultuosos desfiles de obreros y campesinos armados. También visitó la región semitropical de los Yungas y el centro minero de Bolsa Negra. Impactado por el paisaje citadino en carta a su madre diría: "La belleza formidable del Illimani difunde su suave claridad eternamente nimbado por ese halo de nieve que la naturaleza le prestó por siempre..."
Pero, no le gustaron algunas cosas, principalmente la frivolidad de los dirigentes movimientistas de quienes se decía que espolvoreaban con DDT a los dirigentes indígenas antes de recibirlos en sus despachos y pasaban una buena parte de su tiempo divirtiéndose en la Boite Gallo de Oro en el camino a Obrajes. Decidió pues seguir viaje junto a su amigo argentino Carlos "Calica" Ferrer con quien había partido desde Buenos Aires.
Tres años más tarde, y luego de correr muchas aventuras por varios países, Guevara se incorporó al grupo de jóvenes rebeldes cubanos, comandados por Fidel Castro. Estos, sin desalentarse por su fracaso de 1953, preparaban desde México un desembarco en la isla para desencadenar la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista. "Mi futuro está ligado a la revolución cubana. O triunfo con ésta o muero allá" había escrito a sus padres.
El Che cubano
En la lucha guerrillera del Movimiento "26 de julio", no se distinguió precisamente como médico, sino como talentoso y audaz jefe militar y político.
En esa condición, y ya con el legendario apelativo de "Che", ingresó triunfante en La Habana la noche del 2 de enero de 1959 al mando de una importante fracción rebelde, la dictadura de Fulgencio Batista había comenzado a desmoronarse el día anterior.
El Che ocupó luego altas funciones en el gobierno de Fidel Castro, fue presidente del Banco Nacional y Ministro de Industrias, además de representar a Cuba ante diversos gobiernos y foros internacionales.
De hecho, era uno de los más carismáticos dirigentes de la Revolución Cubana hasta que, en 1965, luego de una extensa gira por Asia y Africa, renunció a todos los cargos que ocupaba y desapareció misteriosamente, convirtiéndose en uno de los hombres más buscados del mundo, especialmente por los servicios secretos de los Estados Unidos.
Entre, abril y noviembre de aquel año, ahora se sabe con muchos detalles, el Che comandó un grupo de combatientes y asesores militares cubanos que, basados en Tanzania, penetraron en territorio del ex-Congo belga (luego llamado Zaire y en 1997 nuevamente Congo a la caída del dictador Mobutu). Su misión era apoyar a los guerrilleros que se enfrentaban al gobierno sostenido por las potencias colonialistas.
Terminada sin éxito esta misión el Che se vio imposibilitado de reaparecer públicamente en Cuba pues, en octubre de ese mismo año, Fidel Castro se había visto obligado a dar a conocer su célebre carta de despedida. Por ello, luego de algunos meses de reflexión en Dar es Salam y Praga, regresó a Cuba, siempre de incógnito, para intensificar sus preparativos de volver a Sudamérica.
El Che boliviano
Los enlaces cubanos, que actuaban con un pequeño grupo de reclutas bolivianos provenientes del Partido Comunista de Bolivia (PCB), le habían presentado al Che tres opciones: el Alto Beni, vinculado con la frontera peruana, el Chapare en el corazón del país, y una zona casi despoblada y de vegetación abrupta a orillas del río Ñacahuasu, afluente del río Grande, en el sudeste boliviano. Al parecer el Che elige Ñacahuasu por su proximidad con Argentina, donde soñaba regresar. El nombre proviene de las voces guaraníes ñaca = grande y huasu = quebrada, pero ha pasado al español como Ñancahuazú.
El foco guerrillero tenía una proyección continental, debería abarcar a varios países de la región. El Che estaba convencido que la consigna del momento era crear frentes similares al de Vietnam, para generalizar la guerra revolucionaria contra el poder imperialista de los Estados Unidos.
"Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante; vuelvo al camino con la adarga al brazo...puede ser que esta sea la definitiva..." había escrfito a sus padres, equiparándose al Quijote de la Mancha.
Con un pasaporte uruguayo a nombre de Adolfo Mena González arribó a La Paz el 3 de noviembre de 1966 y, tras contactarse con los enlaces cubanos, a los cuatro días estaba ya en Ñancahuazú, su primera base de operaciones.
El pequeño ejército guerrillero, en su momento más alto, estaba compuesto por 29 bolivianos (incluidos 4 dados de baja y 2 desertores; 16 voluntarios cubanos; tres peruanos y la argentino-germana Tamara Bunke (Tania) cuya misión de enlace urbana quedó frustrada al quedar atrapada en el monte por el inicio de las acciones. En situación dudosa de "visitantes" se hallaban el artista argentino Ciro Roberto Bustos y el intelectual francés Regis Debray.
El 23 de marzo de 1967 estalló prematuramente el conflicto armado, debido a tres factores convergentes: indiscreciones propias, delación de dos desertores e indagaciones y deducciones de los servicios de inteligencia. Las fuerzas guerrilleras estaban aún en proceso de preparación. Poco después, en el afán de acercar a Debray y Bustos a la población de Muyupampa para que abandonaran la guerrilla, imprevistamente, se desconectó la retaguardia dirigida por Joaquín (comandante cubano Juan Vitalio Acuña Nuñez) y ambos grupos peregrinaron los meses siguientes sin poder encontrarse, hasta que a fines de agosto la fracción de Joaquín fue exterminada en Puerto Mauricio (acción conocida como Vado del Yeso).
Entre marzo y octubre, la mayor parte de las acciones resultaban favorables a la guerrilla. En total hizo 49 bajas a las tropas regulares (dos tenientes, tres subtenientes, cinco suboficiales, 33 soldados, un guardia policial y cinco guías civiles). Un número similar de heridos, numerosos prisioneros y captura de armas y vituallas. Además, la espectacular toma de la población de Samaipata, sobre la carretera Cochabamba-Santa Cruz, el 6 de julio, de gran efecto propagandístico pero de pocos resultados para revertir la situación cada vez más debilitada de la guerrilla.
A comienzos de octubre, vivía ya una situación desesperada: sus bajas eran menores que las de las fuerzas regulares pero no existía ninguna reposición, no tenía contacto con el exterior, la actitud de la población local era de temor o de hostilidad y no se habían producido incorporaciones, ni de campesinos ni de combatientes de la ciudad y sí más bien se presentaron algunas deserciones. Tenía varios enfermos graves y heridos, sus depósitos de armas, alimentos y medicinas habían sido descubiertos y el terreno era muy poco propicio para su accionar. La guerrilla del Che estaba aislada, no tenía vínculos efectivos ni con los partidos de la izquierda marxista, ni con los sectores sociales potencialmente aliados, como los mineros, que ese mismo año sufrieron un duro embate represivo en lo que pasó a denominarse "La masacre de San Juan" (24 de junio). Para colmo de males, el Che estaba siendo afectado por violentos ataques de asma, enfermedad que lo acompañó desde su niñez.
En esta etapa final, estaba en una especie de gran cerco. La 8º División comandada por el coronel Joaquín Zenteno Anaya le pisaba los talones y le impedía su acceso hacia el norte a través del cruce de la mencionada carretera que le permitiría internarse en el Chapare. La 4º División del coronel Luis Reque Terán, le empujaba al norte y le cortaba su repliegue al Sur.
En esas condiciones, y con sólo los 17 hombres que le quedaban, el Che fue cercado y obligado a dar batalla en la quebrada de El Churo (también llamada Yuro).
Era el domingo 8 de octubre. Después de mediodía, herido en la pantorrilla derecha y con su arma inutilizada, fue capturado junto con Willy, el minero de Huanuni Simeón Cuba. Los soldados "rangers", especialmente entrenados por instructores norteamericanos, estaban al mando del capitán Gary Prado Salmón.
Eliminado... por órdenes superiores
Trasladado al poblado próximo de La Higuera, actual Municipio de Pucará, en la provincia de Vallegrande, fue ejecutado 24 horas después dentro de la escuela donde había sido encerrado. El suboficial Mario Terán consumó la orden, emanada del presidente René Barrientos y avalada por la cúpula castrense. Igual suerte corrió Willy.
La noticia provocó una fuerte conmoción en todo el mundo y, al comienzo, mucha incredulidad sobre la forma en que se habría producido el deceso, dadas las contradicciones en que incurrieron las fuentes militares. Desde luego, la versión de que había caído en combate fue inmediatamente puesta en duda pese a los enfáticos, pero contradictorios, comunicados oficiales en ese sentido.
Muchos años después, todos los militares que escribieron sus memorias en sendos libros (seis en total) confirmaron las certezas inciales: el Che fue ejecutado a sangre fría.
De la acción del Churo sobrevivieron dos grupos, el uno fue ultimado días más tarde a orillas del rio Mizque y el otro, comandado por Inti (Guido Peredo Leigue) y "Pombo" (Harry Villegas Tamayo), rompió el cerco, obtuvo protección campesina y logró abandonar el lugar luego de hacer contactos en Cochabamba con militantes del PCB. De los seis sobrevivientes, uno fue muerto en Mataral (Ñato); los cubanos Pombo, Benigno y Urbano, alcanzaron la frontera con Chile a comienzos de febrero de 1968; Inti (Guido Peredo Leigue) y Dario (David Adriázola) murieron en 1969 en La Paz, en manos de los fuerzas represivas cuando intentaban reactivar la organización guerrillera (denominada Ejército de Liberación Nacional, ELN) que entonces actuaba bajo la consigna de "Volveremos a las montañas".
Victoria póstuma
El impacto de estos acontecimientos fue estremecedor y se avivó por la publicación en Cuba del diario de campaña del Che. Como casi nunca había ocurrido antes, Bolivia estuvo en el foco de la atención mundial. Internamente, amplios sectores sociales, particularmente los jóvenes, radicalizaron sus posiciones políticas y pasaron a admirar fervientemente el heroismo romántico del Che y sus hombres que, desde el corazón del continente, intentaron cambiar el rumbo de la historia latinoamericana y mundial. Fracasaron militarmente en sus propósitos. Pero, podría decirse que obtuvieron un éxito político impresionante después de muertos.
La figura del Che ha trascendido al Siglo XXI como sinónimo de coherencia entre el pensar y el hacer, entrega personal y renuncia a la vida misma en aras de los ideales de justicia.