La Paz, 13 de julio de 1997
Escribo esta nota apresuradamente movido por el estupor que me han provocado las imprecisiones y errores que contiene el artículo de Carlos Valdez "Los 201 días de combate", aparecido este domingo en las páginas centrales de PRESENCIA.
Todos sabemos que en el oficio periodístico, sometido a la ineluctable presión de la "hora de cierre", se nos pueden deslizar involuntariamente algunas imprecisiones o inexactitudes sobre el acontecer cotidiano, las que, o pasan desapercibidas o se enmiendan en las ediciones posteriores.
Pero, cuando dichas incorrecciones sobrepasan ese mínimo "tolerable", sencillamente no pueden ser admitidas, mucho más si se refieren a acontecimientos históricos sobre los que es imprescindible apoyar cada afirmación no en uno sino en varios documentos o testimonios fidedignos.
No conozco a Carlos Valdez, aunque supongo que forma parte de la nueva generación de colegas que están aportando mucha creatividad y no poco brillo a la prensa nacional. Es de suponer que no ha vivido los acontecimientos de 1967. Ninguna culpa tiene por ello. Pero, metido a escribir sobre tales acontecimientos, lo menos que se le puede exigir es que investigue responsablemente.
Los hechos históricos no pueden ser manejados con semejante frivolidad, menos aún en un periódico como PRESENCIA, que se precia con razón de haber sentado cátedra de cobertura periodística precisamente en torno a los sucesos guerrilleros de 1967. Carlos Valdez debió tomarse la molestia de por lo menos revisar con atención su propio periódico de la época, si era incapaz de acudir a los numerosos libros que sobre el tema se han escrito. No puede tomar como cierta, como parece que lo hizo, información fragmentaria que en muchos casos era emitida precisamente para desinformar, pues los guerrilleros, al no tener ningún contacto con el exterior, se orientaban solamente por lo que decían los informativos radiales.
Señalo a continuación las imprecisiones e inexactitudes más notorias en orden de aparición:
—"El 23 de marzo se produce el primer enfrentamiento en Ñancahuazú y Lagunillas...".
Ñancahuazú (originalmente Ñacahuasu en guaraní) es un río en uno de cuyos cañadones se produjo el choque del 23 de marzo. Lagunillas es una población civil ubicada a varios kilómetros de allí y donde, que se sepa, jamás hubo ninguna escaramuza siquiera.
—"El Ejército decidió movilizar a 2.000 efectivos bajo las órdenes del entonces Comandante en Jefe Juan José Torres..."
Desde mucho antes y hasta mucho después de la guerrilla el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas era el general Alfredo Ovando Candia. Torres era jefe de Estado Mayor.
—Valdez reporta una acción en "Titibuy", el 30 de marzo, con dos muertos para el ejército boliviano. No hubo tal. "Titibuy" podría ser la quebrada Tiraboy, afluente del Ñancahuazú.
—"...el francés Regis Debray....se encargaba de la formación ideológica de los guerrilleros".
Hasta donde se conoce, Debray era un visitante, no llegó a ser componente formal de la guerrilla y nadie ha probado que haya sido el encargado de la formación ideológica, salvo si se toma por tal la lectura de sus libros.
—En la versión de Valdez, el 10 y el 19 de abril aparecen capturados primero tres y luego cinco "rebeldes", lo que jamás ocurrió. Valdez estaba obligado a verificar las noticias sobre estos hechos en los libros de los militares bolivianos o en el propio diario del Che.
Lo mismo puede decirse de una supuesta incursión pacífica de los guerrilleros a Muyupampa para aprovisionarse. Lo único que existió es la aparición de Debray, Bustos y el fotógrafo anglo-chileno Roth, que salieron de la guerrilla el 19 de abril y fueron apresados en esa localidad.
—Otros partes militares, ingenuamente citados y dados como ciertos por Valdez, hablan de seis guerrilleros muertos el 22 de abril, de la muerte de "Coco" Peredo en junio (murió el 26 de septiembre) y de otros cuatro guerrilleros el 24 del mismo mes. Todo absolutamente falso.
—Lo mismo puede decirse de la toma de Samaipata que, según Valdez, fue "comandada en persona" por el Che y donde se habría dado a conocer al mundo. En esta acción participaron seis guerrilleros comandados por "Ricardo", el Che no intervino para nada. Es posible que la prensa de la época haya especulado sobre la presencia del Che allí. Pero, 30 años después, lo primero que tiene que hacer un periodista, si quiere acercarse a la verdad, es consultar y cruzar varias fuentes. Por lo demás, es sabido que el Che nunca dio a conocer formalmente su presencia en Bolivia.
—Valdez no menciona entre los sobrevivientes al cubano "Benigno" y al boliviano "Darío" (David Adriázola), y hace morir a "Inti" Peredo "semanas más tarde" en un operativo en La Paz. En realidad, Inti cayó el 9 septiembre de 1969, es decir, casi dos años después...
—Finalmente dice: "De los 57 hombres que iniciaron la guerrilla, siete fueron apresados, el resto murió en los enfrentamientos". Cifras que tampoco son exactas.
La verdad es la siguiente:
Combatientes
Argentino-cubano (Che) 1
Argentino-alemana (Tania) 1
Bolivianos 23
Cubanos 16
Peruanos 3
No combatientes
Visitantes (Debray y Bustos) 2
Desertores (Barrera y Rocabado) 2
Dados de baja ("Paco", "Pepe". "Chingolo"
y "Eusebio", la llamada "resaca") 4
Total 52
De estos 52, salieron con vida cinco: los bolivianos "Inti" y "Darío", y los cubanos "Pombo", "Benigno" y "Urbano". En diferentes circunstancias fueron apresados o desertaron 10. Los muertos del lado guerrillero, hasta el desenlace de La Higuera, eran 32. Murieron cuatro más en Cajones el 12 de octubre, y el 15 de noviembre cerca de Mataral cayó "Ñato" (Julio Luis Méndez), en rigor el último guerrillero muerto en las acciones. Las muertes de "Inti" y "Darío", el año 1969, son parte de otra historia, postguerrila.
En total murieron entonces 37 guerrilleros y, por cierto, no todos en "enfrentamientos", o sea en combates, sino varios de ellos ejecutados sumariamente, fusilados sin forma ni figura de juicio.
Del lado de las fuerzas regulares los caídos fueron 49. Dos tenientes: Luis Saavedra Arambel y Jorge Ayala Chávez. Tres subtenientes: Rubén Amézaga Faure, Henry Laredo Arze y Jorge Ayala Chávez. Siete suboficiales, cinco guías civiles, un guardia de la Policía y 31 soldados.
Estos datos están en el libro de Gary Prado Salmón La guerrilla inmolada y se pueden encontrar también en otras publicaciones. Por favor, al colega Valdez y a todos los jóvenes periodistas hay que decirles con toda energía: ¡los libros no muerden!
Con este ingrato motivo, recibe saludos cordiales y el testimonio de mi invariable amistad.
Carlos Soria Galvarro T.