El 6 de julio de 1967 un comando de seis guerrilleros tomó la ciudad de Samaipata, capital de la provincia Florida en el departamento boliviano de Santa Cruz, acción que tuvo amplia repercusión en los medios informativos.
A finales de ese mes jóvenes de Vallegrande, capital de la provincia del mismo nombre y vecina de Florida, pintaron en los muros del estadio y en las paredes de las principales calles de esa ciudad, consignas de apoyo a las guerrillas acción que conmocionó a la población.
Los servicios de inteligencia y del DIC, (Dirección de Investigación Criminal), comenzaron una intensa represión para encontrar a los responsables y el 31 de julio, hace 50 años, después de detenerlos, los encarcelaron y torturaron.
El profesor boliviano Remberto Cárdenas, docente de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, quien fuera en 1967 presidente del gremio de periodistas y dirigente estudiantil en la Universidad de Santa Cruz de la Sierra, narró que un grupo de militantes de la Juventud Comunista fueron los que “rallaron” los muros del estadio y en las calles..
Manifestó, que en esa ciudad funcionaba el único motor que daba luz a la población desde la seis de la tarde a diez de la noche. Cada cierto tiempo se renovaba el aceite quemado y esos jóvenes lo obtuvieron para pintar las consignas.
Agregó que las fuerzas represivas detuvieron al encargado del motor para las indagaciones y éste declaró los nombres de esos jóvenes y resultó fácil tomarlos presos. Detuvieron a Adhemar Sandoval, Tomás Herbas, Ladislao Guzmán, Fructuoso Ulloa, Mario Ayala y Alfonso Toledo y afirmó:
“Fue el primer apoyo que se realizó en Vallegrande a la guerrilla, la primera manifestación pública y escrita en Bolivia y probablemente en América Latina…”
Ese hecho histórico era desconocido por nosotros y relevante porque sucedió un mes antes de que llevaran los cadáveres del grupo de la retaguardia, dos de los tres integrantes de la Vanguardia, muertos el 26 de septiembre y días después el del Che y sus compañeros caídos en combate o asesinados en La Higuera el 9 de octubre de 1967.
En la ciudad de Santa Cruz de la Sierra tratamos de localizar a esos jóvenes, pero solo pudimos entrevistar a Adhemar Sandoval y Tomás Herbas, quienes relataron que Ladislao Guzmán, Mario Ayala y Alfonso Toledo habían fallecido, Tomás Herbas relató que en 1965 pasaron el servicio militar, y que el comandante de regimiento era el coronel Andrés Sélich, el mismo militar que después participó en el asesinato del Che y sus compañeros y ordenó cavar la fosa donde los enterraron secretamente. Añadió que terminado el servicio militar se trasladó a la ciudad de Cochabamba para conseguir trabajo y estableció relaciones con Ramiro Barrenechea, dirigente estudiante universitario y de la Juventud Comunista en esa ciudad, mientras su amigo Adhemar Sandoval fue elegido dirigente de la Federación Estudiantil de Secundaria en Vallegrande y ambos formaron parte del Comité Local de la Juventud Comunista.
Tomás agregó que en Cochabamba el 1ro de mayo de 1967, escuchó el comunicado número 1 del Ejército de Liberación Nacional, que hablaba de un combate el 23 de marzo en Ñacahuasú y que Vallegrande fue declarada zona roja. Viajó a la ciudad y con los jóvenes comunistas acordaron hacer algunas acciones de apoyo, entre ellas los ”rallados” en los muros.
Explicó que Adhemar hizo contacto con el señor que trabajaba en el motor, para que les regalara el aceite quemado, lo llevaron en un balde para la casa de Adhemar y empezaron a hacer los ¨rallados”, que decían: “Abajo la bota militar”, “Vivan las guerrillas.” “Adelante Comandante Coco”, porque en ese momento aún no se sabía que la guerrilla era comandada por el Che.
Adhemar Sandoval explicó: “Se “rallaron” los muros y apareció la vigilancia de las patrullas militares para acallar el movimiento estudiantil y sentar un escarmiento en la población. Soldados vallegrandinos, amigos y simpatizantes de nuestras ideas, que habíamos pasado el servicio militar juntos, nos informaron que nos iban a detener esa noche.
“Preferimos que fuera en un local público, frente a testigos y no sembrar el terror en nuestras casas y protegernos, porque podían llevarnos a otro lugar, rumbo a la pista del aeropuerto, asesinarnos, lanzarnos por un barranco y decir que hubo un enfrentamiento con los militares.
“El 31 de julio de 1967 nos apresaron y nos llevaron a la cárcel, el coronel Andrés Sélich en persona, me exigía la renuncia como dirigente estudiantil. Me hizo sentar frente a un escritorio y colocó su pistola delante mío, me puso una hoja de papel en blanco para que firme. Yo me negué y le dije que eso correspondía a los estudiantes que fueron los que me eligieron.”
Tomás Herbas relató: “El jefe de la policía civil, nos llevó al DIC, (Dirección de Investigación Criminal). Nos dieron golpes, me hicieron un disparo, querían vincularon directamente con las guerrillas, fuimos aprehendidos y allanaron nuestros domicilios.”
Adhemar agregó: “Sacaron al compañero Tomás Herbas al patio de la cárcel y escuché un disparo.” Entró Sélich y me dijo: “Hemos matado al Herbas y ese es el fin que te queda a vos.” Yo convencido que lo mataron. Me negué a firmar. Me sacaron a empujones y me metieron a la celda completamente oscura y allí estaba Herbas vivo.
“Después nos sacaron al patio, nos amarraron las manos, nos golpearon y querían que declaremos que éramos enlaces guerrilleros, pero nosotros no habíamos tenido ningún contacto con la guerrilla.
“Nos raparon los cabellos, nos sacaron por las calles, descalzos, maniatados y con afiches con un cartel que decía “Estos son los traidores de la Patria”.
“Pretendían que los pobladores nos arrojaran piedras, ya que las calles en ese entonces estaban empedradas. Pero nadie se atrevió a hacernos eso. Nos condujeron hasta la Plaza y la población se fue enfureciendo, nos llevaron nuevamente para la cárcel. Los pobladores se solidarizaron y nos llevaban comidas, frutas y cigarros.
“Se movilizó la Federación de Estudiantes Universitarios de Santa Cruz de la Sierra y un centro de dirigentes universitarios donde estaba Remberto Cárdenas. La solidaridad de los estudiantes obligó al ejército a ponernos en libertad.
Remberto enfatizó: “La presión desde Santa Cruz de los estudiantes universitarios y secundarios, consiguió la liberación. También un periódico escribió un editorial con pronunciamiento de las organizaciones universitarias donde los defendían.”
En el 50 aniversario de esta acción, Adhemar Sandoval y Tomás Herbas, juntos a sus familiares y amigos rinden homenaje a sus compañeros y transmiten sus experiencias y recuerdos para preservar la historia que marcaría sus vidas para siempre y el comienzo a la integración revolucionaria y combativa con su pueblo. Ellos agradecen a Cuba por la solidaridad brindada durante 17 años de exilio, porque los acogió como hijos.
Manifestaron que la Patria de Fidel, la sienten de ellos con la misma pasión y disposición a defenderla como los cubanos.