Dirigente de la Juventud Comunista de Bolivia, murió: FIEL A SUS IDEAS
Alguien dijo que ser revolucionario es estar en el lugar indicado, el día preciso, a la hora exacta, y ese principio rigió la vida de Aniceto Reinaga Gordillo, el dirigente de la Juventud Comunista Boliviana (JCB), despojado de falsos nacionalismos, quien se unió al grupo de combatientes internacionalistas encabezados por el Che y murió heroicamente el 8 de octubre de 1967, en la quebrada del Yuro.
Aniceto fue el menor de los hijos de Vicente Reinaga y Cornelia Gordillo, campesinos aymará del norte de Potosí, cuya vida mísera los llevó a probar suerte, junto a sus tres muchachos, en el distrito minero de Siglo XX. Allí, en la calle Murgia número 69 del campamento obrero, nació Aniceto el 26 de julio de 1940.
Las esperanzas de mejorar económicamente pronto quedaron olvidadas. Mientras el niño más pequeño crece correteando por la tierra árida impregnada del mineral y aprende las primeras letras en la escuelita del barrio, la salud de la madre va quebrándose hasta que muere.
Años más tarde el padre empieza a padecer del mal de minas, sus pulmones han ido llenándose de los residuos del estaño y la es imposible continuar en esa labor, entonces decide marchar con los hijos a la Paz.
Hasta la capital los sigue la desesperanza, pero Aniceto, con sus 14 años, no quiere dejarse doblegar y estudia con el ahínco en la secundaria nocturna Ayacucho, nombre del último combate librado por su pueblo contra el coloniaje español.
Los hermanos ayudan al benjamín que quiere ser maestro, mas no olvida a sus amigos de siglo XX y procura no ser una carga, por lo que regresa durante las vacaciones escolares a la empresa minera de Catavi, donde labora en la sección de la maestranza.
Poco a poco toma conciencia del origen de la explotación brutal que genera la miseria secular de los pueblos latinoamericanos e ingresa en la Juventud Comunista, decidido a no cejar hasta lograr una vida digna para todos.
En 1961culmina estudios en la Escuela Nacional “Simón Bolívar” y en la Escuela Normal de La Paz, pero no llega a ejercer el magisterio. Por su trayectoria política, cultivada junto a obreros y estudiantes, es elegido para integrar el Comité Ejecutivo Nacional de la JCB, cargo que ocupa hasta su incorporación a la guerrilla en enero de 1967.
A los 25 años resulta todo un dirigente capaz y fogoso que traza el camino con encendidas palabras. Los brillantes discursos de Aniceto aún permanecen frescos en la memoria de Modesto, el hermano a quien dio sabios consejos cuando este asumió posiciones políticas discrepantes con la línea del Partido, porque sabía el valor de la unidad.
Entre los hermanos reinaba el cariño, un inmenso respeto y los deseos de transformar la sociedad injusta en que nacieron y crecieron. No temían los peligros, por eso, cuando el general René Barrientos asume el poder sufren sus represalias. Modesto es encarcelado en la prisión de Iximias. Aniceto viaja a Moscú para cursar estudios y más tarde parte, junto a Inti Peredo, a Cuba, donde permanece unos meses.
La última vez que la familia lo vio dijo que iría a trabajar al sur del país. En realidad atravesó el altiplano, tomó rumbo al sudeste y llegó hasta la zona selvática de Santa Cruz, en las inmediaciones de la Cordillera de los Andes, donde antaño los indios chinguanos hicieron frente a la expansión del imperio Inca, que les legara la lengua y costumbres de los quechuas, fundida hoy con la guaraní.
Allí, por los parajes que cruzaron también los conquistadores españoles provenientes de Perú y Paraguay en busca de las riquezas escondidas en las entrañas de las majestuosas montañas, probaría Aniceto que ser revolucionario no es decir sino hacer, no es esperar la muerte sino emprender la lucha en el momento preciso, aunque los falsos dirigentes se opongan a ello.
A su llegada al campamento de Ñacahuasú, en los primeros días de enero de 1967, lo asignan a la Vanguardia. A lo largo de 10 meses el joven dirigente va transformándose en un destacado combatiente del naciente Ejército de Liberación Nacional de Bolivia.
Bajo las órdenes de Miguel, jefe del grupo, y del propio comandante Guevara, cumple las más disímiles misiones. Cerca de cincuenta veces el Guerrillero Heroico lo nombra en su diario de campaña al consignar su salida a una exploración, el acopio de alimentos, la dirección de una emboscada o al citar su actuación durante un combate.
D4esde el 6 de enero, día en que el Che indica por primera vez su presencia cuando escribe: “(...) Miguel, con Braulio y Aniceto, buscaron un paso por el firme para tratar de hacer el camino central (...)”, 98[1] hasta su última anotación, el 7 de octubre, en la que señala: “A las 17:30 Inti, Aniceto y Pablito fueron a casa de la vieja que tiene una hija postrada y una medio enana (...), [2] el muchacho de 27 años ha sabido ganarse la confianza del jefe exigente y poco dado al elogio vacío, quien lo califica en las evaluaciones periódicas como muy bueno, empeñoso, entusiasta, valiente y de alta moral.
Ese día, antes de llegar hasta la casa de Epifania, la anciana con quien hicieron contacto, Aniceto recibe también la orden de dirigir una de las tres emboscadas que harían frente a cualquier acercamiento del Ejército. En la madrugada del 8 de octubre marcha con el resto del grupo por la empinada quebrada.
Cuenta Pombo que aproximadamente a la una y treinta de la tarde comenzó un tiroteo generalizado por todos los flancos, menos por el izquierdo. El ejército había descubierto al Ñato y a Reinaga mientras se movían en la quebrada para ir a relevarlos, cumpliendo una orden del Che.
Ante esta situación no prevista de antemano deciden pedir nuevas instrucciones para lo cual envían nuevamente al joven boliviano, pero al llegar éste al lugar donde había estado el puesto de mando no encuentra a nadie. El Che se había retirado ya.
“(...) Regresó e informó a Ñato de lo acontecido, y cuando intentaba llegar al lugar donde estábamos nosotros, fue herido en un ojo. Ñato hacía señales tratando de explicar la situación, pero Urbano y yo no las comprendíamos, no queríamos retirarnos si no era por una orden del Che. El fuego entonces se alejaba y se iba haciendo más intenso por la quebrada del Yuro arriba (...)[3],puntualiza Pombo.
Explica que cuando él y Urbano logran cruzar la lluvia de disparos y arriban a la posición del Ñato, allí estaba inerte, el cuerpo de Aniceto Reinaga, el compañero fiel a las ideas que defendió hasta el último hálito de vida.
Sus restos se encuentran en los nichos ubicados en espacio solemne ubicado en el Memorial dedicado al Che en Santa Clara, donde reciben el tributo del pueblo y de los miles de estudiantes bolivianos que estudian en Cuba y se comprometen a ser fieles a sus principios éticos.
[1] 98 Ernesto Guevara. El diario del Che en Bolivia, Ilustrado, p. 59[2] Ibídem, p. 391[3] 100 Harry Villegas: Pombo. Un hombre de la guerrilla del Che. P. 187.