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Aquino Quispe Apolinar Apolinar Apolinario o PoloCombatiente aymara de origen obrero

El 7 de noviembre de 1966, día en que el comandante Ernesto Che Guevara arriba por primera vez a la finca de Ñacahuasú, el jefe guerrillero comienza las anotaciones en su diario de campaña: “Caminamos algo así como 20 kilómetros, llegando a la finca, donde hay tres trabajadores del partido pasada la media noche” [1].

Apolinar Aquino Quispe era uno de esos tres militantes del Partido Comunista de Bolvia que se encontraban desde unas semanas antes laborando como peones en el lugar. Hasta la casa de calamina, denominada así por ser la única en la zona con techo de zinc, había llegado Apolinar junto a su primo Serapio Aquino Tudela y Antonio Domínguez Flores, León, quién “decidió salvarse solo” luego de haber sido un combatiente bastante bueno, según apreciación del Che.

La propiedad, adquirida por Coco, Roberto Peredo, tenía unas mil 227 hectáreas, colindaba al oeste con la serranía de Incahuasi y estaba ubicada en una zona de exuberante vegetación y abundantes árboles maderables, los cuales podían emplearse en un futuro aserradero que sería la fachada legal ante los escasos pero curiosos habitantes del lugar. En los planes estaba también la cría de cerdos, en la cual trabajaban los tres bolivianos.

Apolinar, obrero y ex dirigente sindical de la fábrica Figliozzi, había nacido en 1935, en el poblado de Viacha, capital de la provincia Ingavi, departamento de La Paz. Al morir sus padres encontró calor familiar en la humilde casita de Vicenta Tudela, su madrina y madre de Serapio.

Después se casó y le nacieron tres hijos: Andrés, Alberto y Yolanda, los que dejó al cuidado de la esposa cuando, a solicitud del Partido, marchó hacia el lugar que muy pronto se convertiría en el campamento inicial del grupo de combatientes, al cual después él pidió integrarse.

Preocupado por la situación en que había quedado la familia explicó la situación al Che, quien apunta en su diario el 6 de diciembre: “Apolinar ha planteado que se incorpora a la guerrilla pero quiere ir a arreglar asuntos particulares a la Paz; se le contesta que sí, pero que debía esperar un poco” [2].

Mientras aguarda el momento adecuado para el viaje, labora junto a Manuel Hernández Osorio en la construcción de un túnel destinado a almacén. El 13 de diciembre el Guerrillero Heroico anota: “Se habló con Apolinar que irá unos días a su casa en Viacha, dándole dinero para su familia y recomendándole hermetismo absoluto (...)” [3].

Seis días después, bajo una intensa lluvia y cerca ya de la media noche, el luchador aymara arriba a Ñacahuasú, pero ahora lo hace decidido a participar en la lucha armada. En esta ocasión llega acompañado de Coco, Ricardo, Antonio y el Rubio, combatientes de probada trayectoria.

Como un recluta bisoño comienza su preparación para la vida guerrillera, recibiendo clases de tiro y táctica. Junto al Rubio realiza postas en el campamento principal y poco a poco va adaptándose a la férrea disciplina del grupo insurgente, donde incluso violar el racionamiento diario de alimentos constituye una falta grave, pues deben planificar hasta el último detalle para enfrentar los momentos difíciles.

Asignado a la Retaguardia, bajo las ordenes de Juan Vitalio Acuña, Joaquín, le entregan un fusil máuser, que pierde al volcarse la balsa en la que intentaba cruzar el río Ñacahuasú, accidente en el que muere Lorgio Vaca Marchetti. No obstante los sinsabores del día, el Che apunta sobre ese grupo que la moral de la gente de Joaquín parece buena.

El 25 de marzo, después del exitoso combate librado por la Retaguardia, en la emboscada dirigida por Rolando, el comandante Guevara escribe en su diario que habló con Apolinar, a quien dio ánimos.

El 1 de abril el jefe de la guerrilla confía a Polo la misión de quedarse junto al médico cubano Octavio de la Concepción, Moro, en un improvisado campamento en las cercanías de Ñacahuasú, para cuidar de Joaquín y Alejandro, ambos enfermos.

Ocho días después el Che cita a Apolinar en su diario de campaña, indicando su salida junto a otros dos combatientes, para llevar un mensaje a Joaquín y ayudar a trasladar a los enfermos hasta un lugar seguro en las proximidades del pueblo de Bella Vista.

Aquí, en una zona cercana al río Iquira, en el camino a Tikucha y Muyupampa, quedó la Retaguardia el 17 de abril de 1967, fecha que marcaría la separación definitiva de los dos grupos guerrilleros, cuyo reencuentro quedó interrumpido por el cerco que desplegó el ejército boliviano y luego la delación del campesino Honorato Rojas.

El 31 de agosto, en el vado de Puerto Mauricio, cuando las frías aguas del Río Grande le llegaban a la altura de la cadera, Apolinar cae herido de muerte y la corriente arrastra su cuerpo inerte, que continúa siendo blanco de la carnicería desatada por un comando de la Octava División, bajo el mando del capitán Mario Vargas Salinas.

Al día siguiente es encontrado el cuerpo destrozado del revolucionario, quien decidió emprender la lucha en busca de la libertad y la justicia para su pueblo, cuando pasó de peón a combatiente. Casi 32 años después, el 6 de junio de 1999, se encontrarían sus restos que hoy descansan en Cuba junto al resto de sus compañeros.


 [1] Ernesto Guevara: El diario del Che en Bolivia, Ilustrado, p.1
 [2] Ibidem p.2
 [3] Ibidem p.30