El guerrillero Inti de quien el Che destacó su actitud en el combate y fue un: VALIOSO CUADRO MILITAR Y REVOLUCIONARIO
El 9 de septiembre de 1969 una noticia estremeció a Bolivia, Inti Peredo había muerto asesinado luego de resistir por más de una hora el asalto de 150 efectivos de la policía a la casa donde se encontraba escondido, en la calle Santa Cruz, número 584, en La Paz.
Desde le 19 de julio del propio año, fiel al juramento hecho frente a La Higuera de mantener vivos los ideales del Che y seguir combatiendo a su lado hasta la muerte o la victoria final, Inti había dado a conocer el mensaje “Volveremos a las montañas”,con el que anunciaba el reinicio de la lucha.
Sin vacilaciones, como aquel 27 de diciembre de 1966, cuando llegara al campamento de Ñacahuasú, Guido Alvaro Peredo Leigue se proponía hacer realidad el anhelo de liberar a su país de la explotación y opresión del imperialismo norteamericano.
Nacido en Cochabamba, el 30 de abril de 1937, a los tres años marchó a vivir con su familia en Trinidad, departamento de El Beni, por lo que poseía las características de los habitantes de esa región tropical boliviana, cercana a Brasil, nobles, alegres y desprendidos.
Desde niño comenzaron a llamarlo Inti. La madre, por sus grandes ojos orlados de largas pestañas que le recordaban al Sol, el padre, por el principal personaje de la larga novela que escribía, nombrado Inti Aillo. Inti es el nombre del astro rey en lengua quechua.
Influido por experiencias que le traslada el padre, profesor destacado y director del periódico católico El Imparcial, desde muy temprano el muchacho muestra interés por los problemas sociales e integra el pequeño grupo de jóvenes fundadores del Partido comunista en El Beni, quienes buscan en esa organización una vía para una genuina acción revolucionaria.
Contaba 17 años cuando es encarcelado por vez primera junto a Coco, el hermano que le sigue en edad. En cuatro oportunidades más será apresado por su labor política, distinguiéndose como uno de los cuadros más abnegados y valientes.
Apenas pasada la adolescencia no teme a las dificultades. Quiere ganarse el sustento y marcha junto a Coco a laborar en la mina de oro de Tipuani, en el Alto Beni, donde viven la abuela y una tía. Al regreso cazan caimanes en Guayamerín y cultivan un pequeño chaco (terreno) . Ocupa diversas responsabilidades en la Juventud comunista y la organización del Comité Regional y es miembro del comité Central hasta su ruptura con la línea claudicante impuesta por Mario Monje, máximo dirigente de la organización.
Desde 1963 Inti, con Coco, Rodolfo Saldaña y Jorge Vázquez Viaña, presta una valiosa ayuda en la organización del Ejército Guerrillero del Pueblo, encabezado por el periodista Jorge Ricardo Masetti, que operaría en la provincia de Salta, en el norte de la Argentina.
También colabora con los revolucionarios peruanos reunidos en Bolivia que penetran a su país por el río Madre de Dios, con el propósito de crear un frente guerrillero. Este estos revolucionarios estaba el poeta Javier Heraud, muerto en ese intento.
Por esa época contrae matrimonio con Matilde Lara, comunista con él e hija de Jesús Lara, importante intelectual y dirigente de ese partido en Cochabamba.
Matilde recuerda el día en que Inti llegó por vez primera a su casa para tramitarle los documentos al padre, quien se disponía a viajar a Cuba con el objetivo de asistir al Congreso de Escritores y Artistas. La impresión fue grata para ambos, pero sólo podrían verse esporádicamente por motivos de trabajo, hasta que él decidió pedirla en matrimonio.
Acabado de llegar de un curso en Moscú, viajó a Cochabamba y le propuso casarse. El 21 de septiembre de 1963, Día de la Primavera en Bolivia, sellaron su unión de la cual nacieron dos hijos. Rómulo e Inti, quienes compartirían con Matilde las inquietudes de su labor como cuadro activo del Partido Comunista boliviano.
Sentía un inmenso cariño por los pequeños, pero no anteponía ese sentimiento a su deber como revolucionario. Por eso fustigó a Monje cuando en una conversación se escuda en ello para no emprender la lucha. Como señala en su libro Mi campaña junto al Che, le respondió a Monje que amaba a la familia tanto o más que él, pero su mundo no eran sólo los seres queridos, sino todo el pueblo.
En marzo de 1966 José María Martínez Tamayo, contacta con Inti para iniciar los preparativos del foco guerrillero en suelo de Bolivia. Ya en mayo elabora un informe para el Congreso Regional del Partido, donde plantea la necesidad impostergable de la lucha armada. En esa reunión se dispuso su viaje a Cuba al frente de 20 hombres, para entrenarse militarmente.
Según relata su suegro Jesús Lara, en su libro Ñacahuasú, Sueños, el 25 de julio parte para la Isla del Caribe en compañía de sólo nueve militantes y en octubre reciben la orden de Monje de regresar al país, lo que cumple no obstante estar en desacuerdo con el primer secretario de la organización partidista.
Llegó a Cochabamba el 12 de noviembre; no comentó con Matilde sobre su largo viaje y ella nada preguntó, conocedora de lo que era capaz, tuvo la certidumbre de que el inicio de la lucha armada se encontraba próximo.
Al mediodía del 26 del propio mes conversó con la esposa sin perder su habitual tranquilidad, nada dijo que hiciera sospechar la próxima partida a combatir por la liberación de su pueblo. Cuando el 31 de diciembre Monje los visita en Ñacahuasú y les impele a abandonar la lucha, encuentra en Inti, su hermano y los cinco militantes del Partido que le acompañaron, la negativa a esa actitud traidora.
A través de las más de 80 referencias sobre Inti hechas por el Che en su diario, es posible aquilatar las condiciones ideológicas y militares del revolucionario, nombrado desde su llegada a Ñacahuasú como uno de los comisarios políticos del naciente Ejército de Liberación Nacional de Bolivia.
En la libreta donde el Guerrillero Heroico escribía las evaluaciones de los compañeros destaca el 27 de febrero que este es ejemplo en todo tipo de labores. En el mes de mayo, a los seis meses de su incorporación al grupo insurgente señala: “Muy bueno, mantiene el espíritu a pesar de su endeble constitución física, es ejemplo y ha pasado por la doble prueba del sacrificio y el combate a entera satisfacción” [1].
Continúa siendo ejemplo y en el resumen del mes de agosto el jefe guerrillero poco dado al elogio plasma en su diario la impresión sobre los hermanos Peredo: “Hay que considerar que despuntan cada vez más firmemente como cuadros revolucionarios y militares Inti y Coco” [2]
Tras el combate de la Quebrada del Yuro, Inti se sobrepuso al dolor de la pérdida del extraordinario dirigente, del hermano y demás compañeros, desempeñando un importante papel en la salida del pequeño grupo de combatientes de la zona insurgente. Antes de partir de forma clandestina hacia Cochabamba y de ahí a La Paz, junto a Urbano, había acordado con Pombo, reorganizar la red urbana y el Ejército de Liberación Nacional, para desatar la guerra popular, propugnada por el Che.
Al comentar la actuación de Inti, el hoy general de brigada en retiro Harry Villegas destaca la gran calidad humana del dirigente, quien con increíbles actos de audacia burló la intensa persecución y con la cooperación de su suegro y otros militantes del Partido Comunista, organizó la salida de los combatientes hasta el poblado de Sabaya, en el departamento de Oruro, muy próximo a la frontera chilena, donde los esperaba Salvador Allende.
Había recorrido más de mil kilómetros burlando la feroz persecución militar y de los servicios de inteligencia, que no lograron impedirle cumplir el juramento de comenzar a preparar una nueva etapa de lucha. Su diario, publicado con el título Mi campaña con el Che, contribuyó a esclarecer los sucesos de la guerrilla y la traición de Monje.
Transformado el rostro del que se habían enfrascado las pobladas cejas y rasurado el bigote, lo ven por última vez en Chile la esposa y los dos hijos. En el país limítrofe quedarían en espera del llamado de Inti pues, como relata Matilde, “su deseo era que ella se sumara a la lucha cuando cobrara fuerza”.
El hombre firme, de convicción absoluta en la justeza de sus ideas, penetra en Bolivia en mayo de 1969. Dos meses después su mensaje al pueblo, Volveremos a la montaña, conmocionó la opinión pública del país y el gobierno desató una persecución brutal. El 4 de septiembre un nuevo comunicado produjo otro gran impacto.
Los cuerpos represivos lo buscaban, por lo que se traslada clandestinamente de Cochabamba a La Paz. Al amanecer del día nueve 150 efectivos de fuerzas combinadas, alertadas por una delación, rodearon la casa donde se escondía. El Ministerio del Interior tenía órdenes terminantes de asesinarlo. Por espacio de una hora Inti resistió el ataque hasta que una granada lanzada por una ventana le produjo graves heridas en una pierna y un brazo. Solo así lograron apresarlo.
En la cárcel lo torturaron salvajemente. Cuentan que el sicario Tato Quintanilla le dio varios culatazos por la cabeza y como pasadas dos horas permanecía con vida sin delatar a nadie, decidieron que el doctor Hebert Miranda Pereira provocara su muerte mediante una inyección.
A las diez de la noche de ese día el gobierno mostró a la prensa el cuerpo del guerrillero con evidentes señales de tortura. Su caída fue un duro golpe para el movimiento revolucionario del país andino, donde las banderas que él enarboló ondearon enlutadas, pero su himno de combate continúa escuchándose en el altiplano y la selva donde tantas lecciones de heroísmo dictó y hoy inspira a las nuevas generaciones decididas a construir una vida mejor para su pueblo.