Uno de los hombres más valiosos de la guerrilla
Cuando doña Isabel Marchetti tuvo al más pequeño de sus hijos, su compañero se encontraba combatiendo en la Guerra del Chaco. Corría el año 1934 y la lucha entre Bolivia y Paraguay, que cobraría más de cincuenta mil vidas de cada lado, truncaría también la de Lorgio Vaca Blanco en Cañada Carmen.
Treinta y tres años más tarde, como si la vida quisiera repetir su ciclo de lucha y muerte, el pequeño ser que latía en las entrañas de la esposa de Lorgio Vaca Marchetti, entonces integrado a las fuerzas guerrillas comandadas por el Che, tampoco conocería al padre. Apenas transcurridos tres meses y formando parte de la columna, el 16 de marzo de 1967, Lorgio moría al intentar cruzar el Río Grande.
Al enterarse de la dolorosa pérdida, Olga, la hermana, diría: “Si bien la muerte nos arrebató lo mejor que había en la familia, también nos dio un héroe”.
Doña Isabel, mujer luchadora, crió a sus hijos y encontró fuerza y tiempo para encabezar la sociedad de madres y viudas de los caídos en la Guerra del Chaco, desatada por los intereses petroleros norteamericanos que actuaban en Bolivia y los británicos que se extendían hacia Paraguay.
Su coraje, que se pondría a prueba también al ser encarcelada tras conocerse la participación de Lorgio en la guerrilla, templó el carácter de sus muchachos desde la cuna.
Lorgio, nacido en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, fue el más consentido de doña Isabel y también de sus hermanos, quienes lo recuerdan con inmenso cariño por su desprendimiento y valentía. Militante del Partido Comunista de Bolivia y dirigente sindical, el joven supo defender a sus compañeros y mantenerse incorruptible.
De la época cuando gobernaba Víctor Paz Estensoro, Olga relata que su hermano encabeza una huelga de trabajadores de la Seguridad Social por mejoras salariales, recuerda que durante una entrevista con el entonces mandatario de Bolivia, este le prometió una casa y un cheque por miles de pesos a cambio de convencer al resto de los dirigentes y a los trabajadores para que suspendieran la demanda. Lorgio imprecó al presidente, preguntándole que si él no sabía su filiación política, cuando éste respondió de forma afirmativa, le replicó: “entonces, por qué se atreve a ofender a un verdadero comunista”. En represalia le dio 24 horas para que desapareciera del país y tuvo que pasar a la clandestinidad.
Atendiendo a sus deseos de superación, el Partido lo seleccionó para cursar estudios de Ciencias Políticas en Cuba. Desde 1963 hasta finales de 1966, Lorgio estudió en la Universidad de La Habana y se desempeñó como dirigente estudiantil y representante del Partido en la Isla.
La residencia estudiantil de 12 y Malecón conoció de su incansable actividad, que le hizo merecedor de ser elegido vanguardia y delegado al IX Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en Argelia. En 1965 Marlene Uriona, la esposa, llega a La Habana a estudiar acompañada de su pequeña hija de tres años, el matrimonio logra reunirse en un albergue de Nuevo Vedado y más tarde en los edificios de becados de G y 25 y Línea I.
Al decidirse la integración de la fuerza guerrillera, Lorgio figuraría entre los primeros. El 25 de septiembre partía de Cuba dejando a su pequeña y a Marlene con cuatro meses de embarazo.
Con apenas 33 años acumulaba ya sobrados méritos como militante comunista, a cuya organización juvenil ingresó cuando sólo contaba 14 años. También llegó a ser el más joven secretario ejecutivo de la Seguridad Social con miles de afiliados a ese gremio.
De su actuación en la guerrilla anotaba el Che el día 16 de diciembre. “Carlos se ha mostrado como un buen caminador y buen trabajador”.[1]
Hasta su fallecimiento son múltiples las citas sobre su designación para cumplir misiones de exploración. Al día siguiente de su muerte, el Che escribiría la odisea sufrida por Braulio , Israel Reyes Zayas, y Carlos. “Otra vez la tragedia antes de probar combate (...) no pudieron dominar la balsa y ésta siguió Ñacahuaso abajo, hasta que les tomó un remolino que la tumbó (...) Braulio alcanzó la orilla y pudo ver a Carlos que era arrastrado sin ofrecer resistencia (...) Hasta ese momento, era considerado el mejor hombre de los bolivianos en la retaguardia, por su seriedad, disciplina, y entusiasmo”. [2]
Durante la lucha escribiría el hoy general de brigada Harry Villegas: “Carlos era uno de los hombres más valiosos[3] y al calificarlo señala que fue un destacado luchador, su conocimiento del terreno le hizo muy útil durante caminatas de reconocimiento, tenía facilidad para hablar y ganarse la simpatía del campesinado.
Al analizar la triste pérdida de este compañero, Guido Peredo, Inti, señaló “(...) Esta experiencia lamentable fue aprovechada por el Che para sacar conclusiones y estimular a los compañeros para que siguieran adelante sin vacilaciones. En una de sus frecuentes charlas en este período subrayó: ´(...) a la naturaleza hay que vencerla. El hombre siempre triunfará sobre ella. Pero no hay que desafiarla ciegamente, la valentía debe estimularse siempre que no se convierta en imprudencia. En esta oportunidad el río venía muy crecido con una corriente muy violenta (...) [4]
Con la muerte de Lorgio, el movimiento revolucionario de Latinoamérica perdió a un gran luchador. Sus restos no se han encontrado
Sus hijos, Roxana y Lorgio, se educaron en Cuba. Graduados de Economía y Arquitectura, respectivamente, no olvidan trasladar las enseñanzas del padre a sus pequeños, de lo cual es ejemplo Carla, la hija de Roxana, quien enviara de regalo al comandante en Jefe Fidel Castro las notas brillantes obtenidas en su escuela primaria de Alamar.
[1] Ernesto Guevara: El diario del Che en Bolivia, Ilustrado. p.31
[2] Ibidem pp 125-126
[3] Harry Villegas: Pombo. Un hombre de la guerrilla del Che, Editora Política, La Habana, p 80
[4] Adys Cupull y Froilán González: De Ñacahuasú a La Higuera, Editora Política, La Habana, 1989, p.63