Joven minero comunista caído en el río Grande
Los miembros del grupo de la Retaguardia bajo las órdenes de Joaquín, Juan Vitalio Acuña se reorganizaron tras la emboscada en que murió Antonio Jiménez Tardío. La vanguardia de la pequeña columna quedó encabezada por Israel Reyes, Braulio, y la integraban Gustavo Machín, Alejandro, Moisés Guevara, Apolinar Aquino, José Castillo, Paco, y Walter Arancibia.
A ellos correspondía abrir la marcha de la columna, reducida ya a 10 combatientes. Continuaban actuando como grupo con el firme propósito de encontrar al Che y sus compañeros, quienes, según escucharon por la radio, seguían rumbo al sur por lo que suponían se encontraban cerca de ellos, y en verdad no se equivocaban.
El 9 de agosto partieron de inmediato con rumbo a Ñacahuasú, para acercarse al campamento central, al cual no llegaron al detectar la presencia de soldados. Pasaron por el campamento del Oso y por el de los Monos, sin encontrar a nadie. Solo hacían altos para dormir y reponer fuerzas.
Según el testimonio de Paco, el único sobreviviente de la emboscada de Puerto Mauricio, mencionada también como Vado del Yeso, y las anotaciones escritas por Braulio en su diario, el 28 de agosto arribaron al lugar en que el río Ñacahuasú desemboca en el Grande y ahí acamparon. Aquí detuvieron a un campesino que iba con su hijo hacia la feria de Vallegrande, le compraron un burro y en la noche hubo cena abundante.
La noche siguiente cruzaron a la otra orilla del río Grande, que corría bajo y apacible. Así llegaron hasta las cercanías de la casa de Honorato Rojas, situada a unos 100 metros de la confluencia entre los ríos Grande y Masicurí.
El mediodía del día 30 Joaquín ordenó que Ernesto y Walter hicieran contacto con Honorato, pero estos sintieron disparos y no llegaron hasta la casa. Braulio los criticó por no cerciorarse de la presencia de soldados: no obstante, expuso al jefe de la columna su criterio de no detenerse.
Alejandro se ofreció para intentar de nuevo el contacto y partió con Moisés Guevara y Walter. Los tres llegaron a la casa de Rojas sin saber que éste, torturado por el ejército e intimidado con el asesinato de la esposa e hijos, había traicionado y admitido en su casa a dos soldados como “peones” quienes gestaban la emboscada que haría el comando dirigido por el capitán Vargas Salinas, acantonado muy cerca del vado de Puerto Mauricio.
A eso de las cinco de la tarde del 31 de agosto de 1967, después de abandonar el almaciguero de la casa de Honorato, donde había pasado la noche, la columna marchó hacia el lugar donde se consumaría el crimen. Pasada poco más de una hora, el vado muy próximo al lugar donde las aguas claras del río Masicurí se unen a las oscuras del Grande quedó teñido por la sangre de los combatientes.
Entre los primeros en caer bajo el fuego de las ametralladoras estaba Wálter Arancibia Ayala, un joven minero nacido el 21 de enero de 1941, en el poblado de Macha, cantón del actual municipio de Colquechaca, provincia Chayanta, en la parte norte del departamento de Potosí.
Wálter era el mayor de los seis hijos de José Arancibia e Irene Ayala, matrimonio que fue a vivir al distrito minero de siglo XX, donde crecieron los muchachos y se hicieron mineros como el padre.
Por ser el mayor, Wálter se vio en la necesidad de ayudar a la familia y contribuir a la educación de los hermanos más pequeños. Al regresar del servicio militar tuvo que dejar sus estudios de bachillerato y comenzar a trabajar en la mina Siglo XX, en las tareas de muestreo y pesaje.
Se hizo miembro de la Juventud Comunista de Bolivia (JCB) y se distinguió por su militancia activa y consecuente. Fue expulsado de su trabajo durante la represión desatada contra los mineros en 1965, entonces viajó a la Unión Soviética para estudiar un año en una Escuela de Cuadros, de la cual retornó en 1966.
A comienzos de la década de los años 60, como simpatizante de la Revolución Cubana, Wálter contribuyó a fundar en Siglo XX un movimiento de solidaridad juvenil con la Isla caribeña, denominado “Lincoln-Murillo-Castro”, por el presidente antiesclavista norteamericano, el patriota boliviano Pedro Domingo Murillo y Fidel. En 1966, en el segundo congreso nacional de la JCB, fue elegido miembro de su Comité Nacional y se perfilaba como un importante cuadro juvenil de extracción obrera.
Contó Oscar Arancibia, uno de sus hermanos, que para fin de aquel año Walter dijo a la familia que viajaría de nuevo, pero no indicó a dónde ni cuándo regresaría.
El 21 de enero de 1967 el Che recogió la llegada de Walter al campamento de Ñacahuasú: “En medio de la lluvia llegó Pedro conduciendo a Coco y tres reclutas nuevos: Benjamín, Eusebio y Wálter. El primero, que viene de Cuba y va a la vanguardia pues tiene conocimiento de armas y los otros dos a la retaguardia”. Más adelante apunta “De los 3 nuevos, 2 parecen firmes y conscientes, el más joven es un campesino aymara que luce muy sano”. [1]
La falta de experiencia combativa de Wálter dificultó su desempeño durante los primeros meses de su integración a la guerrilla. No obstante, participa en las primeras emboscadas donde se le causan fuertes bajas al ejército, y también en los choques que sostiene el pequeño grupo en su largo peregrinar en busca de la columna del Che.
Siete meses durante los cuales este joven boliviano de 26 años, callado y sencillo, cuya vida permanece hoy casi desconocida, llegó a ser un combatiente destacado de la Retaguardia.
Sus restos fueron encontrados el 9 de junio de 1999.