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Entrevista: Tras las huellas de los guerrilleros de Ñancahuazú

La Epoca

Carlos Soria Galvarro es un periodista e historiador que se ha ocupado de muchos temas a lo largo de su carrera pero el que ha dominado la mayor parte de sus inquietudes ha sido el de la guerrilla comandada por el famoso Ernesto “Che” Guevara, exterminada en Bolivia en octubre de 1967. Empezó a ocuparse del tema porque conoció a varios jóvenes bolivianos que se integraron a la guerrilla de Ñancahuazú y jamás volvieron.

Junto a su hijo, administra el sitio web www.chebolivia.org donde se puede encontrar una gran recopilación de fotos, documentos y testimonios relacionados a estos sucesos. Vía telefónica, en charla amena y magistral, respondió a las consultas de La Época a 48 años de esta importante experiencia guerrillera que colocó a Bolivia en el centro de la atención mundial.

Rider Jesús Mollinedo (RM).- A años de los sucesos en Ñancahuazú y como investigador especializado en este tema ¿cuáles cree que fueron las razones que empujaron al comandante Che Guevara para elegir a Bolivia como punto de inicio de su proyecto continental?

Carlos Soria Galvarro (CS).- Hay que ubicarse en el contexto de ese momento. Es importante destacar que en aquella época existía una confrontación muy fuerte con el imperialismo estadounidense debido a la guerra en Vietnam y a sus afanes imperiales que desplegaba en América Latina. Por todas esas condiciones el Che pensaba que había que abrir otro frente. De ahí su consigna de crear dos, tres Vietnam. Hay que tomar en cuenta que la elección de Bolivia fue relativamente tardía, no fue inicial.

Después de la experiencia frustrada en el Congo, el Che y su equipo analizaron varias posibilidades, entre las que estaban Venezuela, Guatemala, Colombia, Perú y Argentina. Seguramente el proyecto original era usar Bolivia sólo como zona de abastecimiento y plataforma sea para ir a Argentina o Perú, pero las posibilidades se fueron cerrando en ambos lados.

Más o menos en julio de 1966, el Che, conjuntamente con los operadores cubanos, decide que la experiencia comience en Bolivia, pero siempre dentro de una proyección continental. Es decir, no es una experiencia aislada para hacerla sólo en Bolivia, sino tomar a Bolivia como un foco dentro el cual puedan foguearse combatientes que después podrán pasar a otros países.

En Bolivia existían condiciones muy especiales que la dirección cubana y el propio Che las conocían muy bien: un movimiento campesino cooptado por el Estado, cooptado por los militares, tras la reforma agraria de 1953; un gobierno golpista (Barrientos) que realizó un proceso electoral (que democrático no fue) por el que se declaró constitucional; un Parlamento funcionando que inclusive elaboró una nueva Constitución (que entró en vigencia el 5 de febrero de 1967).

RM.- ¿Contra qué o quiénes se enfrentó la guerrilla de Ñancahuazú una vez emplazada en suelo boliviano?

CS.- En primer lugar, hay que tomar en cuenta que la zona elegida es un lugar donde la población está dispersa y la presencia étnica mayoritaria es la guaraní, algo que no se advirtió para nada. El principal problema fue la falta de población. Había poblaciones muy alejadas y muy pequeñas y sin la reivindicación esencial de la tierra. El único sujeto social capaz de escuchar un discurso revolucionario pudo haber sido en ese momento el pueblo guaraní organizado. Recordemos que en el último referéndum (septiembre de 2015) el municipio de Charagua reconoció su autonomía indígena guaraní. Es precisamente, cerca de esa zona, donde actuó la guerrilla.

En segundo lugar, hay que tomar en cuenta las condiciones sumamente duras del medio ambiente. Era una selva muy hostil, que carecía de agua y de animales de caza para poder sobrevivir. Por otro lado, se enfrentó a un ejército que al comienzo mostró cierta impericia pero superó rápidamente sus deficiencias. Se organizó. No en vano su oficialidad había cursado en gran medida los cursos de anti insurgencia. Recibió un apoyo inmediato de las dictaduras vecinas (básicamente de la Argentina y del Brasil), de los organismos de inteligencia norteamericanos y adiestramiento directo de oficiales norteamericanos a un grupo ranger que fue el que finalmente capturó al Che el 8 de octubre.

La suma de estos y otros factores adversos (la ofensiva que lanzó el ejército, el plan cerco estratégico en la que introdujo a la guerrilla, la división de la guerrilla en dos facciones, su falta de contactos con el exterior, su falta de comunicación radial, el descubrimiento de sus cuevas de depósito estratégico) obligaron al Che y sus compañeros a marchar hacia zonas totalmente desprovistas de protección natural. El lugar donde cayó el Che es una zona donde no existe bosque espeso. Es un bosque ralo, espinoso, bajo, sin agua, con poblaciones que estaban aterradas por la presencia del Che, que se convirtieron rápidamente en delatores. Por todo esto la guerrilla no tenía condiciones para seguir operando.

Pienso que si la guerrilla se hubiera estabilizado en esta primera etapa se hubiera podido proyectar hacia otras zonas estratégicas, más pobladas, con mayor potencial revolucionario, como por ejemplo la zona del Chapare, el Alto Beni. Entonces todo hubiera sido diferente.

RM.- ¿Cuál fue la relación entre la guerrilla y el Partido Comunista de Bolivia en ese entonces?

CS.- El Partido Comunista de Bolivia (PCB) tenía sus coqueteos, sus simulaciones. Se decía que preparaba otro esquema insurreccional. Yo, que militaba en la juventud comunista, puedo dar fe de ello. Nosotros teníamos en la cabeza el esquema insurreccional no solamente por ser dogmáticos seguidores de la Revolución de Octubre de 1917, si no porque en Bolivia habíamos vivido una insurrección triunfante el ‘52, por lo que le dimos preponderancia al movimiento obrero, sobre todo minero y fabril en las ciudades, y no así al esquema insurreccional guerrillero.

Como lo dice rotundamente el Che, como resultado de la distancia que había mantenido el PCB, prefería que las cosas se mantuvieran así porque no quería compromisos políticos. El éxito de la guerrilla no dependía mucho de la presencia o no del PCB.

Lo que faltó en la decisión del PCB era tener las cosas claras. Faltaba una actitud coherente, ya sea para apoyar o no, en lugar de bamboleos. Ese era el esquema en el que se movieron todos los dirigentes del PCB. Todos. No solamente Monje, líder del partido.

Más o menos en agosto (de 1967), después de la masacre de San Juan contra los mineros, los jóvenes que estábamos en ese momento en la dirección de la juventud comunista dijimos que la solidaridad con la guerrilla no puede ser solamente lírica, si no que tenía que convertirse en hechos concretos. Tuvimos confrontaciones internas muy fuertes. El partido no estaba como partido, orgánicamente, pero toleraba que cualquiera de sus miembros por decisión personal se integrara a la guerrilla.

Si la guerrilla se mantenía un año o dos y se consolidaba en esa primera fase, probablemente muchos otros militantes del PCB y jóvenes se hubieran incorporado a la guerrilla, pero tal como ocurrieron las cosas no hubo tiempo para nada. El desenlace se precipitó.

RM.- Carlos, ¿por qué desde un inicio no se anunció la llegada del Che a Bolivia?

CS.- Mucho se ha discutido sobre si convenía o no avisar públicamente que el Che comandaba la guerrilla. Para algunos colegas como Humberto Vásquez Viaña fue un error estratégico de la guerrilla que desde un comienzo no se hubiera anunciado la presencia del Che al que se lo ocultó bajo el seudónimo de “Ramón” y después “Fernando”.

Nosotros mismos que militábamos en la juventud comunista no sabíamos que era el Che porque fue un compromiso de los dirigentes del PCB de no dar a conocer su nombre. Los militares también negaron a un inicio la presencia del Che. Se sabe que le hicieron firmar un compromiso de honor a Régis Debray (tras su captura) para que éste no anuncie a los periodistas que el Che estaba presente. Había cierto miedo entre los militares de que una fuente segura anunciara aquella información. Cuando tuvieron mayores datos, anunciaron la presencia del Che pero la fuente que lo decía era la menos creíble: la militar. Nosotros decíamos que estaban mintiendo. Si Régis Debray lo hubiera dicho nuestra reacción hubiera sido distinta.

Todos esos debates, sobre si un aviso anticipado sobre la presencia del Che hubiera favorecido o empeorado las cosas, todavía siguen. En todo caso yo creo que ese no era un factor tan decisivo como parece. El propio Che después de la masacre de San Juan, cuando empiezan a mencionar con fuerza su nombre, en alguna anotación que hace en su diario dice “dentro de poco dejaré de ser Fernando sacamuelas”, es decir, él estaba pensando en dar la cara y anunciar públicamente de que él está al mando de la guerrilla pero ni siquiera tuvo la oportunidad de hacerlo.

RM.- ¿Cuál fue el nivel de conmoción que generó la muerte del Che en Bolivia?

CS.- Diría que impacto aquí con mucha fuerza a todos los sectores sociales, pero particularmente a los obreros y a los estudiantes.

Recuerdo muy bien que los grupos de izquierda éramos minoritarios en la universidad frente, por ejemplo, a la Democracia Cristiana, e inclusive, frente a partidos de la ultra derecha como la Falange Socialista Boliviana pero, a raíz de la presencia del Che y además por una serie de hechos colaterales como la imagen crística del Che asesinado, la publicación de su diario y todos los acontecimientos que le siguieron, generaron un impacto increíble. Una especie de victoria política póstuma después de la derrota militar porque hubo un viraje de grandes sectores sociales hacia la izquierda, hacia posiciones revolucionarias.

El Che se transformó en la figura de la juventud. Empezaron a surgir elementos icónicos que fueron construyendo la leyenda. Su imagen recorrió todo el mundo como signo de rebeldía, como signo de lucha, de coherencia entre la teoría y la práctica, entre otros valores que caracterizaron la personalidad del Che.

Inclusive influyó en los militares bolivianos. No en vano, entre los años 1969 y 1970, Bolivia vivió una experiencia interesante de fracciones militares que tomando el gobierno ejecutaron medidas patrióticas en un sentido antiimperialista (la nacionalización de la Gulf Oil Company, por ejemplo).

El impacto de la muerte del Che fue muy fuerte y solamente fue sofocado después con la instauración de la dictadura fascista de Banzer el año 1971.

RM.- ¿Qué pensamiento tiene sobre los homenajes separados tanto al guerrillero caído como al soldado del ejército boliviano caído?

CS.- Se ha conservado una mala tradición en las fuerzas armadas de homenajear a los soldados bolivianos caídos en contraposición al homenaje que se hace a los guerrilleros caídos. A mí me parece que como hecho histórico es un acontecimiento que tiene dos lados.

Falta indagar qué pensaban y cómo actuaron esa cincuentena de oficiales y soldados bolivianos en el campo de operaciones. Los soldados que cayeron eran conscriptos que fueron a cumplir su servicio militar obligatorio. No eran un ejército profesional, de mercenarios, de torturadores, de asesinos, como ocurrió en otros países. Eran soldados de origen popular por lo que creo merecen también un cierto respeto, una cierta consideración.

Una confrontación de ideas entre el ejército boliviano y el cubano podrían permitir acercar algunas posiciones porque estos son otros tiempos. Ya no son los de la Guerra Fría. No se puede seguir en posturas extremistas como si no hubiera pasado nada en estos 48 años.

RM.- ¿Qué nuevos datos o elementos se encontraron en los últimos años sobre esta experiencia guerrillera?

CS.- Hay varias cosas que se podrían señalar. La más importante tiene que ver con un borrador de proclama que no llegó a difundirse, que fue incautado por un militar. Es una proclama muy interesante sobre Bolivia que responde a la pregunta, ¿tenía el Che una propuesta para Bolivia? Es el único documento de carácter programático de la guerrilla. He hecho todo lo posible por difundirla pero no he encontrado mucho eco todavía.

Otra cosa es la documentación relativa al diario del guerrillero Pombo (Harry Villegas). En realidad hay tres versiones: el retraducido del inglés, el manuscrito original (que publiqué el año ‘96) y también el que el propio Pombo ha editado.

En los preparativos que hice para una nueva edición del diario del Che con el Ministerio de Cultura encontré que hay algunos errores de transcripción en las ediciones que hemos conocido de este diario. Me parece importante que se corrijan esos errores ahora que tenemos el facsímil publicado íntegramente, errores que pueden dar pie a malas interpretaciones.

Creo que hay que hacer un esfuerzo muy grande por recuperar documentación, por abrir los archivos, tanto en Bolivia como en Cuba. Creo que el original del diario del Che debería dejar de estar encerrado en una gaveta, en un sobre lacrado, como está ahora en el Banco Central de Bolivia (BCB) y debería ir al Archivo Nacional de Sucre.

Es importante también la lista de evaluación individual que hizo el Che cada tres meses de los compañeros combatientes. Es una libreta que está junto a su diario en el BCB, que no se publicó hasta que yo lo hice el ‘96. Este dato es muy valioso. Entre los evaluados estaba él mismo como el número 5, como “Ramón”, pero está en blanco. No pudo o no quiso todavía auto evaluarse pero de los otros 40 compañeros están sus nombres y su evaluación trimestral. Eso, por ejemplo, me parece un aporte a la investigación histórica y todo eso lo pueden encontrar en nuestra página web.

Cabe resaltar que no es culpa del Che pero el peso de su personalidad es tan grande que hace sombra a todo el resto. Creo que hay que rescatar la grandeza de los compañeros bolivianos y por supuesto cubanos.

RM.- ¿Por qué el Che Guevara es una figura relevante hasta nuestros días? ¿Qué representa? ¿Qué simboliza?

CS.- Hay un Che histórico que intentamos reconstruir a través de la investigación histórica, pero no podemos dejar de advertir que también existe un Che legendario, hasta mítico, que lo hemos creado nosotros mismos.

Si no hubiera existido el Che lo hubiéramos inventado porque necesitamos personajes como él, que nos señalen un camino, que nos hagan vencer el desaliento. Los mitos surgen espontáneamente a partir de un personaje, a partir de una acción reconocida en la historia y van adquiriendo contornos que no son estrictamente históricos que vale la pena tomarlos en cuenta. Es por ello que hasta el siglo XXI pervive como un personaje que encarna la rebeldía, la lucha por la justicia, de la abnegación, de la renuncia a los bienes materiales, de la coherencia entre el decir y el pensar. En fin, una serie de valores de tipo moral, antes que la estrategia misma de la lucha armada en las condiciones actuales que vive América Latina en este momento por no ser ésta una estrategia aplicable.

El Che sigue presente por la serie de valores que encarna.

RM.- Personalmente, ¿qué representa el Che Guevara para Ud.?

CS.- En lo personal yo coincido con los análisis que se hacen, que el legado principal del Che es de índole moral, ético, es decir, de comportamiento humano. Es un quijote de nuestro tiempo. Creo que antes de laudatorios, homenajes al guerrillero heroico, deben organizarse de manera paralela debates, reflexiones, para estudiar su pensamiento, sus propuestas, así como sus valores. Hace falta más reflexión y menos homenaje.

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