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Los Andes, ¿Sierra Maestra de América Latina?

chefidelEn una sesión literaria realizada en Roma en 1998 a Jon lee Anderson, le preguntaron si después de cinco años de investigación a tiempo completo, tres de ellos viviendo en Cuba, el tema Che Guevara estaba ya agotado, si estaba todo dicho en su biografía de casi 800 páginas. El renombrado periodista y escritor estadounidense respondió al tiro: “No. Hay todavía muchos aspectos oscuros que no pueden ser esclarecidos porque las fuentes permanecen cerradas”.

Se refería a los archivos, tanto de Cuba como de Estados Unidos y Bolivia, pero también a los protagonistas, entre ellos el principal, Fidel Castro, quien nunca le concedió la entrevista que había solicitado con insistencia.

Más de 20 años después, la situación no ha cambiado gran cosa, y peor aún, muchos de los protagonistas ya no están. Si algo les quedaba por decir, se lo llevaron a la tumba. Por todo ello, cuando aparecen documentos que arrojan algo de luz sobre los hechos, se reabren viejos debates y se desatan opiniones diversas.

Para ubicar al lector, el Che Guevara rompe en 1965 todos los lazos legales que lo atan a Cuba y se marcha al Congo, dirigiendo un contingente de voluntarios cubanos casi todos de ascendencia africana (por qué lo hace es otra discusión). Fracasa en su intento de apoyar a los combatientes congoleses, y la expedición cubana debe salir precipitadamente en noviembre del mismo año hacia el país vecino, Tanzania, que le sirve de base de operaciones.

En octubre, Fidel Castro dio a conocer la famosa carta de despedida del Che (también otro debate). Refugiado en la Embajada de Cuba en la capital tanzana, el Che, con base en su diario de campaña, escribe el texto Pasajes de la guerra revolucionaria (Congo), que se publicaría recién ¡30 años después!

En marzo de 1966, el Che es llevado de incógnito a Praga, desde donde pretende trasladarse a combatir a algún país latinoamericano. Fidel Castro hace todo lo posible para retenerlo y le insiste en volver a Cuba clandestinamente, para entrenarse y seleccionar a los voluntarios cubanos que lo acompañarían.

En 1998 se publica el mencionado libro con un prólogo firmado por su hija Aleida Guevara March, en el que cita la carta fechada el 3 de junio de Fidel Castro dirigida al Che, pero lo hace de manera fragmentada, omitiendo párrafos íntegros, entre ellos algunos que se refieren a los preparativos para el “desembarco” del Che, que podía ser en Perú, Argentina o Bolivia.

Pues bien, la carta íntegra se publica, que sepamos por primera vez, en Cuba Socialista, revista teórica y política del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (4ª época, Nº 4, enero-abril 2017). Y entre los trozos censurados Fidel habla del angustioso peregrinaje en la búsqueda de un hombre... aunque sea uno, con quien contar. “¿Tenemos realmente necesidad de eso?”, se pregunta, y continúa con el siguiente revelador párrafo: “¿Es que acaso no podemos nosotros disponiendo tan sólo de un poco de tiempo, con las relaciones, los recursos, la experiencia, una estrategia y una concepción revolucionaria concreta, hacer un trabajo que nos ahorre este papel de indigentes políticos que nos vemos obligados a hacer, mendigando la cooperación de elementos vacilantes y ofreciéndoles la más decidida ayuda para hacer una revolución de la que realmente no quieren saber una palabra? Hasta cuándo vamos a tener que estar actuando en esa especie de clandestinidad política y de ilegalidad moral con gentes y organizaciones flojas y vacilantes, para que nos permitan consciente o inconscientemente ayudar y participar en una revolución que tenemos todo el derecho a hacer”.

El proyecto del Che Guevara lo era también de Fidel Castro. Ambos líderes compartían el sueño de convertir la Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra de América Latina.

La carta completa va a continuación.

Junio 3 de 1966

 

Querido Ramón:

Los acontecimientos han ido delante de mis proyectos de carta. Me había leído íntegro el proyecto del libro sobre tu experiencia en el C. [Congo] y también, de nuevo, el manual sobre guerrillas, al objeto de poder hacer un análisis lo mejor posible sobre estos temas, sobre todo, teniendo en cuenta el interés práctico con relación a los planes en la tierra de Carlitos [Carlos Gardel]. Aunque de inmediato no tiene objeto que te hable de esos temas, me limito por el momento a decirte que encontré sumamente interesante el trabajo sobre el c. Y creo que vale realmente la pena el esfuerzo que hiciste para dejar constancia escrita de todo.

Acerca del manual de guerrillas me parece que debería modernizarse un poco con vistas a las nuevas experiencias acumuladas en esa materia, introducir algunas ideas nuevas y recalcar más ciertas cuestiones que son absolutamente fundamentales.

Sobre nuestra situación

En el momento en que te escribo estas líneas, nuestra impresión es que disminuyen las posibilidades de que se produzca de inmediato una agresión. En los primeros momentos una serie de hechos sumamente sospechosos, que ya tú conoces, nos produjeron la certidumbre de que algún tipo de agresión estilo Vietnam, podía estarse gestando, aunque realmente no veíamos con claridad los motivos por los cuales el imperialismo se decidiera a dar ese paso precisamente ahora. De todas formas, adoptamos las medidas propias de la situación a fin de estar preparados. Pero a medida que los días pasan se hace evidente que hay vacilaciones, contradicciones y hasta preocupación en el campo enemigo de que sus provocaciones y aventuras en base puedan crearle un problema serio.

Creemos que el saldo de la movilización, la denuncia oportuna y la agitación alrededor de las provocaciones, las mentiras subsiguientes y las amenazas de agresión han arrojado un saldo desfavorable a ellos.

Desde luego que el hecho de poder disponer de un tiempo más es sumamente útil para nosotros que estamos en pleno proceso de restructuración, entrenamiento de personal y cuadros y pendientes de recibir considerables cantidades de equipo.

Estamos además en un momento en el que el trabajo general de la revolución mejora considerablemente. Hay un magnífico año de lluvias y esperamos la próxima zafra de más de siete millones de toneladas. Esto interesa mucho moralmente porque golpearía la idea tan divulgada por el enemigo y muy ampliamente admitido de que la revolución es incapaz de lograr notables éxitos también en el terreno económico. Si el año que viene se produjera una situación similar a la de este con las provocaciones en la base, no podrían ellos ni nadie acudir al socorrido argumento de que tales tensiones las creamos nosotros agobiados por las dificultades económicas, etc. A veces las campañas enemigas sobre los problemas de la economía influyen incluso en simpatizantes de la revolución y ni qué decir tiene las mendacidades que en este orden escriben nuestros detractores pseudorevolucionarios. Creo que nuestra obra en el campo ideológico y revolucionario no estará concluida hasta que demostremos también al mundo que por caminos verdaderamente revolucionarios y sin concesión alguna los pueblos pueden avanzar hacia el socialismo y el comunismo.

Sobre tu situación

Acabo de leer tu carta a Bracero [Osmany Cienfuegos] y de hablar extensamente con la doctora [Aleida March].

En los días en que aquí parecía inminente una agresión yo sugerí a varios compañeros la idea de proponerte que vinieras; idea que realmente resultó estar en la mente de todos. El gallego [Manuel Piñeiro] se encargó de sondear tu opinión. Por la carta a Bracero veo que tú estabas pensando exactamente igual. Pero en estos precisos instantes ya no podemos hacer planes en ese supuesto, porque, como te explicaba, nuestra impresión ahora es que de momento no va a ocurrir nada.

Sin embargo, me parece que, dada la delicada e inquietante situación en que te encuentras ahí, debes, de todas formas, considerar la conveniencia de darte un salto hasta aquí.

Tengo muy en cuenta que tú eres particularmente renuente a considerar cualquier alternativa que incluso poner por ahora un pie en Cuba, como no sea en el muy excepcional caso mencionado arriba. Eso, sin embargo, analizado fría y objetivamente, obstaculiza tus propósitos; algo peor, los pone en riesgo. A mí me cuesta trabajo resignarme a la idea de que eso sea correcto e incluso de que pueda justificarse desde un punto de vista revolucionario. Tu estancia en el llamado punto intermedio aumenta los riesgos; dificulta extraordinariamente las tareas prácticas a realizar; lejos de acelerar, retrasa la realización de los planes y te somete, además, a una espera innecesariamente angustiosa, incierta, impaciente.

Y todo eso, ¿por qué? y ¿para qué? No media ninguna cuestión de principios, de honor o de moral revolucionaria que te impida hacer un uso eficaz y cabal de las facilidades con que realmente puedes contar para cumplir tus objetivos. Hacer uso de las ventajas que objetivamente significan poder entrar y salir de aquí, coordinar, planear, seleccionar y entrenar cuadros y hacer desde aquí todo lo que con tanto trabajo sólo deficientemente puedes realizar desde ahí u otro punto similar, no significa ningún fraude, ninguna mentira, ningún engaño al pueblo cubano o al mundo. Ni hoy, ni mañana, ni nunca nadie podría considerarlo una falta, y menos que nadie tú ante tu propia conciencia. Lo que sí sería una falta grave imperdonable, es hacer las cosas mal pudiéndolas hacer bien. Tener un fracaso cuando existen todas las posibilidades del éxito.

No insinúo ni remotamente un abandono o posposición de los planes ni me dejo llevar de consideraciones pesimistas ante las dificultades surgidas. Muy al contrario, porque creo que las dificultades pueden ser superadas y que contamos más que nunca con la experiencia, la convicción y los medios para llevar a cabo los planes con éxito, es por lo que sostengo que debemos hacer el uso más racional y óptimo de los conocimientos; los recursos y las facilidades que se cuenta. ¿Es que realmente desde que se engendró la ya vieja idea tuya de proseguir la acción en el otro escenario, has podido alguna vez disponer de tiempo para dedicarte por entero a la cuestión para concebir, organizar y ejecutar los planes hasta donde ello sea posible?

Realmente más que organizar hemos tenido que improvisar. Esto se hace cada vez más claro para mí, sobre todo después del desenlace en el país de Carlitos [Se refiere al fracaso de la guerrilla de Salta en 1964 donde tuvo lugar la desaparición de Jorge Ricardo Masetti.] y el peregrinar angustiado por el país vecino [Bolivia] buscando desesperadamente un hombre… aunque sea un hombre con quien contar ¿tenemos realmente necesidad de eso?

¿Es que acaso no podemos nosotros disponiendo tan solo de un poco de tiempo, con las relaciones, los recursos, la experiencia, una estrategia y una concepción revolucionaria concreta, hacer un trabajo que nos ahorre ese papel de indigentes políticos que nos vemos obligados a hacer mendigando la cooperación de elementos vacilantes y ofreciéndoles la más decidida ayuda para hacer una revolución de la que realmente no quieren saber una palabra? Hasta cuándo vamos a tener que estar actuando en esa especie de clandestinidad política y de ilegalidad moral con gentes y organizaciones flojas y vacilantes para que nos permitan consciente o inconscientemente ayudar y participar en una revolución que tenemos todo el derecho a hacer. Está bien que en el C. hubieses tenido que plegarte a la amarga y humillante situación, por tener que cumplir deberes internacionalistas, pero en B [Bolivia], y mucho menos en tu tierra de origen (circunstancia esta que se convierte en el privilegio de no tener que chocar con el chovinismo) no debemos pasar por experiencia parecida. Es imprescindible actuar por cuenta propia y con absoluto derecho propio a hacer la revolución. Existen factores objetivos y en la gran masa del pueblo los factores humanos; y eso puede ser perfectamente preparado hasta donde sea posible y hacerlo además con premura.

Es una enorme ventaja en este caso que tú puedes utilizar esto, disponer de casas, fincas aisladas, montañas, cayos solitarios y todo cuanto sea absolutamente necesario para organizar y dirigir personalmente los planes, dedicando a ello ciento por ciento tu tiempo, auxiliándote de cuantas personas sean necesarias, sin que tu ubicación la conozcan más que un reducidísimo número de personas. Tú sabes absolutamente bien que puedes contar con estas facilidades, que no existe la más remota posibilidad de que por razones de estado o de política vayas a encontrar dificultades o interferencias. Lo más difícil de todo, que fue la desconexión oficial, ha sido logrado, y no sin tener que pagar un determinado precio de calumnias, intrigas, etc. ¿Es justo que no saquemos todo el provecho posible de ello? ¿Pudo contar ningún revolucionario con tan ideales condiciones para cumplir su misión histórica en una hora en que esa misión cobra singular relevancia para la humanidad, cuando se entabla la más decisiva y crucial lucha por el triunfo de los pueblos?

Hemos hecho y continuamos haciendo todo lo que pides en relación a tus planes. Sé que los compañeros se han esmerado en cumplir minuciosamente todas tus instrucciones, pero ignoro cuánto se angustian ante las increíbles y casi fantásticas dificultades que la premura y las condiciones políticas en que tienen que realizar las tareas les imponen y el temor de que la improvisación pueda conducir al fracaso. ¿Por qué no hacer las cosas bien hechas si tenemos todas las posibilidades para ello? ¿Por qué no nos tomamos el mínimo de tiempo necesario aunque se trabaje con la mayor rapidez? ¿Es que acaso Marx, Engels, Lenin, Bolívar, Martí no tuvieron que someterse a esperas que en ocasiones duraron décadas?

Y en aquellas épocas no existían ni el avión y el radio ni los demás medios que hoy acortan las distancias y aumentan el rendimiento de cada hora de la vida de un hombre. Nosotros en Méjico, tuvimos que invertir 18 meses antes de regresar aquí. Yo no te planteo una espera de décadas ni de años siquiera, solo de meses, puesto que yo creo que en cuestión de meses, trabajando en la forma que te sugiero, puedes ponerte en marcha en condiciones extraordinariamente más favorables de las que estamos tratando de lograr ahora.

Sé que cumples los 38 el día 14 ¿Piensas acaso que a esa edad un hombre empieza a ser viejo?

Espero no te produzcan fastidio y preocupación estas líneas. Sé que si las analizas serenamente me darás la razón con la honestidad que te caracteriza. Pero aunque tomes otra decisión absolutamente distinta, no me sentiré por eso defraudado. Te las escribo con entrañable afecto y la más profunda y sincera admiración a tu lúcida y noble inteligencia, tu intachable conducta y tu inquebrantable carácter de revolucionario íntegro, y el hecho de que puedas ver las cosas de otra forma no variará un ápice esos sentimientos ni entibiará lo más mínimo nuestra cooperación.

Leche [Fidel]

(Tomado de Cuba Socialista, Revista Cuatrimestral teórica y política del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Cuarta época, núm. 4/enero-abril 2017. Las palabras encerradas en corchetes y los subtítulos, corresponden a los editores de la revista).

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